Los anuales festejos de San Sebastián, nuestro Patrón, al que tenemos especial devoción, nos ofrecieron un variado y amplio programa de actos con que nuestro Ayuntamiento exalta la figura del mártir romano que es centro de nuestras peticiones propias y para Huelva.

Estas fiestas populares a las que el pueblo responde con alegría, refrendando la tradición de siglos al Santo, van cada año mejorando. La implicación de la Hermandad de los Estudiantes salvó la querida celebración y acrecentó la devoción que si bien nunca estuvo perdida, si había bajado en un desconsiderado olvido en algo tan especial y sublime para nosotros. ¡Cuánto le debemos a esa entrañable Hermandad de penitencia!

Este año los miembros de la Corporación, bajo la presidencia de nuestra querida alcaldesa Pilar Miranda, me han dado una inmensa alegría que llegó como un regalo de Reyes atrasado. En el solemne pleno municipal, donde se otorgan honores y distinciones, decidieron que una de esas calles que se rotularán en breve llevará mi nombre. No puedo negar mi contento a la que vez que la sorpresa por el honroso acuerdo.

Tener una calle en la ciudad donde naciste y a la que entregas diariamente todo tu amor y trabajo por ella, es algo más que un honor inmerecido. Es como incardinarse en el callejero urbano, para quedar más unido a tu pueblo y a sus gentes. Es un reconocimiento al que sólo se puede pagar con el agradecimiento y la entrega total en la colaboración y la dedicación en los años que me queden de vida.

Hace unos años que el Ayuntamiento me hizo Hijo Predilecto de Huelva y ahora una calle, cuando hace meses la Diputación me concedía la Medalla de Oro de la Provincial , que me imponía otro gran amigo como es David Toscano, su presidente.

Sabor y latir de un onubensismo que llevamos todos en nuestra sangre y que lo tengo que compartir con todos mis vecinos de la capital y provincia, porque estimo que también todos ellos son merecedores de esas distinciones por su cariño y generosidad con esta tierra única, preciosa y maravillosa que es Huelva.

Dije un día que mi corazón es blanquiazul, mi sangre roja y gualda y mi fe cristiana, está amarrada al norai de mi vida con una Cinta que nace en el Conquero.

Ahora, esa Calle me deja prendido en otro deber más como es ser espíritu invisible pero permanente de una arteria urbana de mi Huelva.

Recuerdo un poema, con aire andaluz, que terminaba diciendo. “Mi calle es una calle cualquiera, camino de cualquier calle...”. Para mí nunca será una calle cualquiera, aunque sí camino de cualquiera de todas esas calles choqueras que viven también el recuerdo de personas e instituciones nacidas a la orilla del Tinto y del Odiel.

Permitidme una pequeña licencia personal. Hoy recuerdo mucho a mi padre, que debe sentirse orgulloso de haberle dado a Huelva tres hijos cuyos nombres son ya recuerdos onubenses en tres calles de la ciudad.

Gracias, Huelva. Con la sencillez de mi corazón, y la alegría de mi alma, gracias.

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