Antonio Carrasco

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El adiós a los asentamientos

Las chabolas nunca debieron existir, pero si estamos ante una oportunidad real de eliminarlas, sería imperdonable no hacerlo

Todos sabemos que están ahí aunque cuando pasamos cerca o los vemos desde la carretera en ocasiones tratamos de no fijarnos demasiado en una mezcla de pena y sonrojo a partes iguales. Los asentamientos chabolistas clavados en el corazón de esta provincia son una vergüenza sin paliativos. Llevan ahí tanto tiempo que llegamos a interiorizarlo como una consecuencia triste de nuestro bienestar.

Los intentos por acabar con ellos han existido siempre aunque toparon con dos escollos duros: la falta de un plan común y de los fondos para su ejecución. Numerosas organizaciones sociales se han entregado a la tarea de ayudar a esas personas mientras los ayuntamientos como administraciones cercanas en primera línea asumieron desde el principio la parte más dura de la tarea, pero lo hicieron o demasiado solos o en descoordinación como si el problema de un pueblo fuese suyo en exclusiva. El papel de la Junta como nexo de unión de todos los agentes y del Foro de la Inmigración ofrecen la posibilidad de una coordinación imprescindible para un problema de todos, no solo de los vecinos que conviven con estos guetos indecentes a las afueras de sus calles. Faltaban los recursos. El anuncio por parte del Gobierno de liberar los fondos que sean precisos es una oportunidad. Décadas después parece que ambos escollos encuentran respuesta. Al menos una puerta se abre.

Afrontar un problema de esta envergadura requiere amplitud de miras, cierta dosis de generosidad e ir más allá de la caza de culpables o el señalamiento de responsables porque todos y cada uno de nosotros lo somos en la medida que sabemos que están ahí y nos acostumbramos a convivir con ellos. Focalicemos la energía en la respuesta. A la tarea se han sumado todos los agentes implicados: administraciones, empresarios, agentes sociales y sindicatos. Es una tarea colectiva compleja y hay desconfianza natural. El recelo al anuncio de la solución definitiva es normal. Son demasiadas décadas viendo desfilar políticos que llegan de fuera a decirnos que tenemos un problema y se vuelven a Madrid (por supuesto en AVE vía Sevilla). Hay una promesa concreta y plazos inmediatos de inicio del trabajo. Es una novedad importante. Cumplamos nuestra parte y seamos exigentes en el cumplimiento de esa palabra dada. Aprovechemos la oportunidad. Las chabolas nunca debieron existir, pero si estamos ante una ocasión real de eliminarlas sería imperdonable no hacerlo.

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