Votar a largo

No votamos para cuatro años, ni para mañana, ni para el mes que viene o el próximo año. Lo hacemos a largo plazo

El El domingo iremos a votar. O no. Porque las encuestas vuelven a lanzar datos de absentismo preocupantes. Pero bueno: de los 6 millones y medio de posibles votantes digamos que la mitad se acercarán a una urna a depositar su voto. Con más o menos ilusión. Decidiremos qué personas y qué partidos tomarán la rienda de esta comunidad autónoma en los próximos años. Pero las decisiones que se tomen en los próximos cuatro años no afectarán sólo a esos años: irán más allá, hacia el futuro. ¿Nuestro voto es cortoplacista?

O mejor ¿la política es cortoplacista? Mucho me temo que sí, que en las propuestas de los partidos, en sus declaraciones, en la práxis que observamos, no se puede deducir una mirada a largo plazo. Algunos países, algunas comunidades, municipios a los ancho del planeta están empezando a incorporar en sus decisiones políticas la voz de las generaciones venideras. Es decir: para tomar cualquier decisión política habrá que tener en cuenta a las gentes que habitarán esta tierra dentro de 6 o 7 generaciones. ¿Les parece una tontería?

No es una práctica nueva. Hay comunidades ancestrales que han tenido y tienen en cuenta cómo afectará a las generaciones venideras las decisiones tomadas en el presente. Parece bastante lógico: es eso de "pan para hoy hambre para mañana" pero aplicado a la gobernanza. Si una decisión tomada hoy imposibilita la vida o el bienestar de los nietos de nuestros nietos… entonces quizás sea mejor no tomarla. ¿Es posible sentar en un parlamento, o en el pleno municipal de nuestro ayuntamiento a una persona que, antes de decisiones importantes, emita un informe de hasta qué punto afectará eso a las generaciones venideras?

Pues se puede, claro, de hecho hay ya municipios y países que ensayan diversas fórmulas para tener esto en cuenta. Pero en cualquier caso la deficiencia es clara: se está haciendo política cortoplacista, y eso se traducirá, tarde o temprano, en imposibilidades para la vida futura. Hagamos el ejercicio de forma retrospectiva: si alguien hubiera pensado en las generaciones futuras cuando se decidió permitir a las empresas del polo químico de Huelva verter indiscriminadamente residuos contaminantes en la misma ribera de la Ría hoy no tendríamos dicha ribera inutilizada por cientos de años. Me salió larga la frase, pero creo que se entiende.

No votamos para cuatro años. No votamos para mañana. No votamos para solucionar sólo el mes que viene, el año próximo. Deberíamos votar a largo plazo.

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