Villar también es homosexual

El fútbol se juega sobre un césped de inmundicias porque así lo hemos querido entre todos

Perdonen el titular, pero con todo este lío de Villar no he podido evitar acordarme de Ricky Martín, cuando hace años anunció a los cuatro vientos que era homosexual. Todo el mundo lo sabía para entonces, así que poca sorpresa hubo en aquel anuncio. Y lo de Villar… en fin. Soy poco aficionado al fútbol, escucho programas de deportes más bien por disciplina, pero aun así he oído hablar de este señor muchas veces, y siempre con una sombra de sospecha rondándole. Lo del villarato es un término inventado hace mucho, y no creo que sugiera nada bueno. Por eso me resulta muy llamativa la sorpresa fingida de los medios de comunicación, políticos y gentes del deporte, "pero… ¿cómo es posible, Ricky? ¡Jamás lo hubiera sospechado!".

Por otra parte: es bastante divertido escuchar eso de "ojalá pudiéramos hablar de fútbol, y sólo de fútbol". Como si eso fuera posible a estas alturas, con un deporte que se ha transformado en un fabuloso espectáculo, con su inmensa trastienda de subastas, apuestas y reventas, con sus contratos multimillonariamente vergonzosos, con esos pintorescos presidentes de clubes, la evasión de impuestas como doctrina, la recurrente compra de partidos, las fichas a menores, las recalificaciones suculentas y un largo etcétera que rellena espacios deportivos mucho más allá de lo (eufemismo) estrictamente deportivo.

Así que dejemos de rasgarnos las vestiduras: ese tipo no ha podido tejer esa red delictiva sin la connivencia de muchos, sin los silencios de muchos. Del mismo modo que este deporte rey no estaría tan podrido sin la misma connivencia y el mismo silencio. Lo de defender los colores está bien, es un comportamiento gregario que podemos llegar a entender, pero cuando esos colores no nos dejan ver la realidad lo mismo habría que empezar a preocuparse. Más aún: cuando esos colores nos hacen justificar presidentes mezquinos, sueldos insultantes, comportamientos delictivos… Entonces es que hemos perdido el norte.

"Pero Ricky, ¡no doy crédito! Y ¿desde cuándo". Pues desde siempre, desde siempre, porque estos señores llegaron ahí a lo que llegaron, el fútbol era una herramienta, no una pasión. Y si ahí no hubieran encontrado caldo de cultivo habrían metido sus manazas en cualquier otro lugar. Así que paren este carrusel de hipocresía: el fútbol se juega sobre un césped de inmundicias porque así lo hemos querido entre todos, bien haciendo la vista gorda, bien apoyando y consintiendo este despropósito.

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