AVE.

AVE. / Carlos Gil (Huelva)

Hasta las vajillas hay que terminar cambiándolas, y mira que hay pocas cosas en el mundo que resistan más que ellas el uso y el paso del tiempo. No hay nada, ningún objeto de nadie, nunca, en ningún sitio, que te dé tanto apaño ni te dure tanto como la vajilla de casa. Nada hay que se use tanto y a la vez resista tanto el paso del tiempo. Y, sin embargo, también a ellas hay que cambiarlas alguna vez en la vida, por mucho que nos empeñemos en mantenerlas vivas a base de remiendos y parches. Con la excusa de la apatía de Huelva pasa algo parecido. “En Huelva es que no luchamos por nuestras cosas”, dicen, y hablan de indolencia, o dejan que otros hablen, como si de verdad fuera ese un argumento con el que disculpar los agravios, los menosprecios y los insultos que hacia nuestra provincia, especialmente en lo que respecta a infraestructuras, han ido perpetrando durante décadas sin que nadie les tosa. Años y años con el mismo rollo, la misma película, como única justificación para no hacer nada. Una excusa barata que, como funcionaba, se convirtió en el pretexto fácil para todo, dado por bueno por demasiada gente en demasiadas ocasiones y manoseado tanto y tantas veces que, al final, como con las vajillas, van a tener que cambiarlo, mal que les pese.

Lo más curioso es que todavía no se han dado cuenta. Ni siquiera se han percatado de que todo es distinto ahora. Se nota porque cada vez hacen más el ridículo con sus justificaciones tontas y sus explicaciones absurdas, que de inverosímiles que son resultarían hasta cómicas si tuviera maldita la gracia. La última fue hace solo unos días, cuando el delegado del Gobierno en Andalucía aseguró que el compromiso del Ejecutivo con la llegada del AVE a Huelva es “el mismo” (miedo me da que sea el mismo), y que se “continúa trabajando” en una Declaración de Impacto Ambiental que, al paso que va, debe tener más tomos que la Larousse de mi padre.

Poco antes fue la entonces subdelegada del Gobierno en Huelva (hoy ex) la que argumentaba que el PSOE está trabajando en “dar una solución” (como si fuera un problema) a la línea de alta velocidad Sevilla-Huelva. Lo contaba tras la publicación en diferentes medios de comunicación, entre ellos este, acerca de la intención del Gobierno de colocar a nuestra provincia en el dudoso cuadro de honor de las capitales que no tendrán AVE hasta, por lo menos, el año 2050. Como si la realidad no fuera con ellos -la propia Unión Europea ha aprobado provisionalmente la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T), que consagra ese lejano horizonte para Huelva- han hecho como hacen desde hace 30 años: dar largas y contar cuentos a la espera de que la ‘apatía’ y la resignación hagan el resto. Lo que pasa es que Huelva no es la de antes y todavía no se han enterado, y un día, más pronto que tarde, se darán cuenta de que ahora son nuevos y brillantes platitos los que los están mirando. Los que escuchan sus mentiras con los brazos en jarras y el cuchillo entre los dientes.

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