Cada 4 de Agosto un silencio evocativo cubre el amanecer. Parece que la ciudad está dormida, todavía algunas luces y farolillos de las fiestas quedaron olvidadamente encendidos. Las Fiestas Colombinas se marcharon un año más en esa marea que la lleva a la esperanza de otro mejor, pero que siempre se queda anclada en la memoria de los ratos vividos en esas noches de agosto en que la ciudad exalta su Historia. Ahora toca el desmontaje del Recinto Colombino, la valoración de los festejos, las novedades que este año tomaron nueva vida, y sobre todo, sobre el azul del cielo y de la Ría del Odiel quedará la firma de un testimonio común que la ciudad ha firmado otra vez con ilusión y cariño a sus tradiciones. La Rábida fue lugar y escenario de un hecho que se repite cada día 3 de Agosto en recuerdo de la mayor hazaña que por la mar vieron los hombres de hace más de medio milenio.

El convento franciscano se erige como altar colombino que enarbolando su bandera de devoción a la Virgen de los Milagros y de orgullo palermo para dar cobijo a la Sesión Extraordinaria de la Real Sociedad Colombina, que desde 1880, se viene celebrando con todos los honores y asistencia de autoridades locales, provinciales y estatales de todos los ámbitos: religiosos, militares, judiciales, docentes y civiles.

La presencia de la Armada siempre es corazón de unos sentimientos que se unen con el pueblo. Huelva, que sabe a yodo marino y a brisas de mareas históricas se muestra orgullosa de recibir a las más altas representaciones de la Marina Española, en una tradición cada año más acentuada, como corresponde al cariño que le depara la ciudadanía onubense.

Para muchos de nosotros la fecha histórica del 3 de Agosto de 1492 es tan importante o quizás más que la del 12 de Octubre del mismo año. No hubiera habido un glorioso y esperado descubrimiento de América en aquel otoño histórico, si antes de forma humilde y callada no hubieran zarpado aquella tres carabelas desde el Puerto de Palos como tres Salves que proclamaran el arrojo y valor de un grupo de marineros fiados en la confianza en el Almirante Colón, y la experiencia marinera de los Hermanos Pinzón, que darían el triunfo de la victoria a la Corona de Castilla.

Como en el argot teatral, a la orilla del Odiel ha caído el telón, "la festa è finita", pero su recuerdo seguirá latente en la ciudad porque para siempre sus grandes festejos tendrán que ser junto a nuestra Ría, si no queremos perder el significado de las mismas y el auténtico sentido de la historia que recordamos.

Aquella primera semana colombina que en la octava década del siglo XIX la Sociedad Colombina hacía nacer con el Ayuntamiento de Huelva es hoy una bandera de orgullo para la ciudad y la provincia, que al unísono, continúan manteniendo el eco de lo que fue una Empresa Inmortal. El engrandecimiento y futuro de las Fiestas Colombinas para el siglo XXI está en manos de los onubenses. Que así sea.

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