Como Shakespeare o Dante, Rubén Darío es muchos hombres y muchos poetas comprimidos en la tersa y tensa unidad final del verso". Esta bella frase de Pere Gimferrer resume certeramente el significado para la poesía del siglo XX del poeta nacido en Nicaragua, nómada por diversos países de América y Europa, ciudadano del mundo. Su vida, terminada prematuramente a los 49 años, no sólo supuso la culminación de una obra poética trascendente, sino que le permitió simultanear esta con una intensa actividad profesional en numerosos destinos, como periodista o diplomático, abundando en penurias que influyeron decisivamente en su propia trayectoria personal. A Madrid llegó como corresponsal del periódico La Nación, de Buenos Aires, en 1898, el año en que la guerra de Estados Unidos determinó el fin del imperio ultramarino de España. Tomó claramente partido contra la nueva gran potencia emergente, a pesar de que simpatizaba con la independencia de Cuba.

Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, sin duda los poetas más influyentes de la lengua española del siglo XX, se trataron y admiraron, no obstante los quince años de edad que les separaban. Rubén mantuvo una asidua colaboración con la revista Helios de Juan Ramón y le dedicó uno de sus poemas más representativos, Los cisnes. En el plano personal, el poeta de Moguer, de carácter austero, recomendaba moderación a su amigo, a quien dominaban los excesos alcohólicos, potenciados seguramente por su dificultosa relación con Francisca Sánchez, el amor de su vida.

En 2016 y 2017 se han cumplido respectivamente el centenario de la muerte y el 150 aniversario del nacimiento de Rubén Darío. Esta circunstancia, unida a su estrecha relación con Juan Ramón, hace especialmente oportuna la presencia en la sede de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, en Moguer, de la exposición que ha organizado la Biblioteca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), que llega a Huelva merced a su acuerdo con el Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb). Es una excelente ocasión para apreciar documentos poco conocidos de la relación entre ambos poetas, profundizando en el "clasicismo modernista" de quien se definió en el primero de sus Cantos de vida y esperanza como: "y muy siglo diez y ocho y muy antiguo/ y muy moderno; audaz, cosmopolita;/ con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,/ y una sed de ilusiones infinita.

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