La historia discurrió como canto rodado al que conduce la corriente del río, o como bola de nieve que se precipita, creciente, por la ladera, o de forma más precisa, como un acontecimiento casi casual, casi inadvertido, que va transformándose poco a poco y, cuando reparamos en él, ha adquirido volumen y entidad, y con el tiempo se va alimentando y enriqueciendo cada vez más. El hecho inicial fue conocer hace quince años a Enrique Joly, artista mexicano, un maestro en el sentido más vocacional del término, que llevaba a España en sus recuerdos y en el corazón. La conversación con él, apenas un par de horas, reveló, desde la empatía espontánea, profundas afinidades. En su transcurso, un comentario de pasada sobre un proyecto futuro; ni eso: apenas la expresión del deseo de que, en algún momento, sus alumnos y sus amigos pintores, escultores, pudieran exponer en Huelva. La sede podría ser la sala de exposiciones de la entonces joven Fundación Caja Rural del Sur. Pero la distancia y el paso de los días, semanas, meses, fue apagando el eco de las palabras. Hasta que, dos años después, del otro lado del Atlántico llegó la noticia de la muerte de Enrique y, con ella, la pregunta de sus amigos sobre la posibilidad que él había acariciado y comentado de exponer en España, en Huelva, para ellos tierra germinal.

El espíritu de Enrique, decididamente vivo, y el intenso trabajo de todos los implicados, coloreado por la ilusión, dio vida al proyecto latente: más de cuarenta artistas trajeron sus obras a Huelva, Sevilla, Cádiz, donde fueron acogidas con entusiasmo. Uno de ellos, Paul Achar, con el tiempo, llegó a presidir Somaap, la más importante asociación mexicana de artistas plásticos. Y nos ofreció entonces corresponder a la hospitalidad andaluza con el envío de una muestra del arte mexicano más actual, que ya forma parte irrenunciable de la programación anual del Otoño Cultural Iberoamericano. Cuando el OCIb cumple diez años, esta conexión mixta de arte y amistad produce un nuevo y espléndido fruto: la invitación a nuestros artistas a participar, representando a España, con un lema tan sugerente como El Arte y la Paz, en la I Bienal Internacional de Pintura de México, sin duda el acontecimiento artístico con más alma del calendario mexicano. Admiraremos aquí sus obras desde la víspera del otoño al primer día de octubre, antes de que vuelen al gran país hermano.

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