Otoño de esperanza

Son actitudes plausibles el cuidado de las flores del jardín o cultivar el espíritu propio con la cultura

Termina agosto con unos días que para mí se corresponden con la imagen ideal de lo que debería ser el verano: calor, pero no excesivo, con temperaturas máximas apenas por encima de los 30º; tardes con una brisa fresca que llega del mar y que, al anochecer, hace recuperar la sensación de lo que por aquí se llama frío y yo dejo en fresquito; noches en las que, en la cama, ya no se rechaza la sábana como hace apenas una semana. Se aleja la Virgen de mediados de agosto y se aproxima La Cinta anunciando el otoño ya próximo… Ciertamente se trata de un otoño más, una estación de transición entre el caluroso verano y el desapacible invierno, y en este bendito Sur su calendario está lleno de días amables.

Mi pensamiento indócil salta desde el tiempo atmosférico al que marca las horas de nuestra vida, como el reloj al que cantaba en un bolero Lucho Gatica ("Reloj, detén tu camino / porque mi vida se apaga"). Mis coetáneos y yo estamos en esa etapa que puede compararse con lo que sería el inicio de la prórroga de un partido de fútbol, de duración incierta; o sea, más o menos en la edad en la que las frías estadísticas dicen que se muere el español varón medio (las mujeres se quedan un lustro más: un buen argumento para quienes creen en la superioridad de la mujer). Por otra parte, si vemos la evolución de la esperanza de vida en las dos décadas de este siglo, parecería que le vamos ganando la batalla a las estadísticas, pues le hemos arañado cinco años más, mal que le pese a la pandemia.

En cualquier caso, lo importante es la calidad y no la cantidad, también en cuestión tan vital como la de los años vividos. Dejando a un lado las contingencias sobre las que no podemos influir, serían actitudes plausibles para los mayores el cuidado de las flores del jardín o cultivar el espíritu propio con la cultura.

Yo intento hacer esto último dejándome llevar por ese proyecto tan ilusionante que se llama Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb) y que se presenta mañana a la ciudadanía onubense, rebosante de excelentes exposiciones, música de calidad, libros atractivos y decenas de eventos para disfrutar y para pensar. Hay otras fórmulas igual de válidas, pero éste es el tipo de terapia que recomiendo, por cierto, para todas las edades, porque esa clase de huertos, si queremos disfrutar de ellos cuando mayores, conviene empezar a regarlos desde la infancia. ¡Feliz otoño y feliz prórroga!

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