
El Malacate
Javier Ronchel
¿Cómo se va a las playas de Huelva?
Políticamente incorrecto
CUANDO las cosas no van bien es normal que se busquen razones por las cuales han tomado una senda no deseada, para ver si se pueden remediar. No obstante, la tarea no siempre es fácil y a veces es imposible, lo que genera situaciones incómodas para la mayoría. No sólo no da tranquilidad no saber por qué suceden determinadas circunstancias, sino que además llegan a perturbarnos y en un intento de superar esta coyuntura no resulta inusual que se recurra a una variedad de estrategias, como son la creación de mitos, destinados a explicar lo inexplicable para que todos los hilos queden atados, o la identificación de algún chivo expiatorio sobre el que cargar frustraciones, iras o cualquier otra emoción negativa, eximiéndose de toda culpa a aquel que tiene el dedo acusador, para molestia o desgracia de quien es señalado, especialmente cuando el primero es acompañado por gente que imita su gesto o es apoyado o jaleado por un coro de seguidores, en ocasiones por convencimiento, pero en otras por temor o, claramente, por falta de solidaridad, egoísmo o interés exclusivamente personal, aunque sea a costa del sufrimiento o sacrificio de otro u otros.
Este mecanismo de carácter individual o social también surge en otros niveles como son los institucionales y políticos. Se crean mitos, algunos de los cuales son intrínsecamente peligrosos, y se arremete contra grupos, colectivos o estructuras para responsabilizarlos de los fracasos sin que ellos tengan que ver o sólo lo sean parcialmente. En este sentido, la crisis ha propiciado estas creaciones y el problema no es quién o quiénes son los autores de las mismas, sino la forma acrítica con la que se han acogido muchos de los que las siguen, para después preocuparse únicamente de prestar atención a aquello que supuestamente confirman sus presupuestos. Un ejemplo de todo esto lo tenemos con el modelo autonómico. Han crecido los que plantean el mito de la bondad del centralismo de Estado y en absoluto reparan en que países más desarrollados son incluso de corte federal. A su vez, también han aumentado los que eliminarían las autonomías, como chivos expiatorios a los que endilgar todos nuestros males, cuando las causas de éstos son mucho más complejas y diversas. Con respecto a Andalucía, hay que decir que sus problemas no se derivan de su capacidad de autogobierno, en todo caso, del uso hecho de su autonomía para un beneficio básicamente partidista. Queda mucho por hacer. Andaluces, levantaos… pero hacedlo ya.
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