Siempre el verano depara anécdota dignas de grato recuerdo. Una de ellas sucedió hace unos días a la orilla del mar en Punta Umbría.

En el habitual paseo de la gente joven por la playa, esta vez en la zona de La Canaleta, un grupo de niños se apercibieron de una gaviota sobre la arena que no podía volar. Se acercaron a ella con la propia curiosidad infantil del hecho y comprobaron que el ave no podía volar. Al parecer tenía un ala rota.

Los niños, en un gran gesto de solidaridad con el ave herida que no podía valerse para sobrevivir bajo la canícula y el peligro de los animales que por allí podían rondar, se hicieron cargo de cuidarla.

Al día siguiente comprobaron de nuevo que el ave estaba allí sin poderse mover y en situación difícil. Los pequeños, en grupo, tomaron la decisión de llevarle agua para beber y comida. También con pequeños cubitos de playa le traían agua del mar y la refrescaban del intenso sol tantas horas sobre ella.

Al tercer día, el grupo infantil alertó a sus mayores para tomar una decisión y creyeron que la más oportuna era dar aviso a las autoridades pertinentes para este tipo de casos.

Llamaron a varios números en los que podían solicitar ayuda. Las contestaciones fueron muy variadas, desde la que decía no corresponder a ellos el asunto, hasta los que no quisieron ni prestar atención.

Y así la gaviota, el eterno signo y logo de Punta Umbría que inmortalizó aquel gran amigo y pintor que fue Pedro Gil Mazo, que llenó de obras de arte muchos rincones del Punta, iba languideciendo. Las llamadas siguieron para salvar a la gaviota que los pequeños habían bautizado con el nombre de Canaleta.

¿Qué paso después? Nadie lo sabe. Al día siguiente por la mañana, cuando los pequeños fueron a recoger al ave para llevarlos a un veterinario, la gaviota Canaleta ya no estaba en el lugar de costumbre.

Los niños quisieron creer que alguien se había adelantado y el ave estaba en buena custodia.

Así terminó una anécdota del verano que los pequeños recordarán con nostalgia poniendo de manifiesto sus buenos sentimientos con los animales.

Me entristece pensar que el símbolo creado por Pedro Gil para su pueblo no encontrase rápida ayuda. Así es la vida. Al menos este grupo de niños dedicó su apoyo y cuidados a un ave que cuando cruza el cielo de Punta Umbría es el auténtico símbolo de la paz, el descanso y la belleza de un lugar que todos admiramos y queremos.

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