Semana de Pasión. El Domingo de Ramos ya nos deja penetrar en el corazón ese aroma que se escapa de los templos para impregnar las calles de un sentido de devociones hechas realidades. El Viernes de Dolores tiene una brisa marinera que navega por el barrio de las Colonias, llenando el ambiente de olor a cera y fragancias de claveles enamorados de una Virgen que hizo historia en todo un sector urbano. Recuerdo dos párrocos insignes de aquella pequeña iglesia que hacia esquina en la avenida Cristobal Colón, primero y luego en la calle contigua. Las figuras de Ildefonso Fernández y Manuel López permanecen en el recuerdo de los onubenses en una bella acción pastoral inolvidable. Recuerdo, en el amor a la barriada, las figuras de un alcalde, Diego Sayago Ramírez y de un gran profesor, Vicente Rodriguez Casado, entregando su devoción y cariño a una Hermandad, incardinada en aquella época en la humilde iglesia que allí se levantara . Muchos pensamientos de hace décadas, donde se confunden los sentimientos cofrades entre mi Pregón a la Virgen de los Dolores y la despedida a la Hermandad del Calvario que iniciaba su nueva singladura a otro barrio marinero. Es esta la época donde asoman a nuestras vivencia tantos y tantos nombres que hicieron grande la Semana Santa. Son ellos los varales, en los años, de esos pasos de Virgen que ahora se mecen por las calles. Ellos, los que impulsaron devociones por doquier y siguen viviendo, en las sombras de un olvido que se hace recuerdo y vida, en las trabajaderas de un paso, o en las filas de un cortejo donde el antifaz oculta nombres y figuras de cofrades entregados al amor de sus titulares.

Y del Viernes de Dolores, ya tan cerca, nos llega un Sábado de Pasión, renovado y esperado en la salida del Cristo de la Vera Cruz a hombros de legionarios que levantarán la figura de un crucificado, en gloria y presencia de la que puede considerarse la Cofradía más antigua de aquella Huelva donde un alcalde, Cristobal Dorante, le diera luego cobijo en un templo nacido hace ya más de cinco siglos.

La Legión, valiente, disciplinada, fervorosa, vuelve con la ilusión de una venida esperada donde el pueblo le arropará, en una tradición que va toman cuerpo y tradición para el futuro, en un día que anuncia y precede al luminoso Domingo de Ramos donde palmas y nazarenos infantiles dieron voz a los ecos de un Pregón oficial de la Semana Mayor, siempre cargado de poesía y amor a su Hermandad.

Dos días grandes que se anticipan a esas ganas de una Semana Santa, tan esperada después de más de dos años sin verla en las calles y donde el Consejo de Hermandades y Cofradías ha dispuesto todo, con la seguridad, el cariño y el esfuerzo de su Junta de Gobierno, bajo el baluarte cofrade de trabajo y experiencia en el corazón y los esfuerzos de Antonio González, nuestro querido Toni, vela impulsora de unas celebraciones que ya están aquí. Esos altares andantes como yo un día los llamé, esperan impaciente el golpe del llamador, cuando el capataz, maestría de arte y de devoción, dé la orden de poner en marcha a un Cristo para caminar por calles de amargura onubense o hace volar, al cielo con Ella, toda la belleza y la veneración a nuestras Vírgenes.

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