Una las empresas más poderosas del mundo está dispuesta a arruinarse. Ha cogido la espada de samurái y se la ha clavado en el vientre ante el estupor de sus millones de consumidores.

Hablo de la empresa fabricante de maquinillas de afeitar Gillette. Solamente entre abril y junio de este año se ha dejado en el camino más de cinco mil millones de dólares. Número rojos propios de quien se desangra a la velocidad del rayo. El valor bursátil de la empresa se devaluó más de ocho mil millones de dólares.

Uno de los responsables de este descalabro es el firmante de este artículo, junto a millones de hombres que han mandado a la firma a la mismísima gran puñeta. ¿Motivo o motivos? Muy sencillo: una maldita genialidad del equipo de publicistas de la casa, que imagino están a esta hora en su casa cobrando el paro.

Estos fenómenos pensaron que había que ponerse al día y había que desollar y humillar a los hombres que se siente viriles, cosa hasta ahora mayoritaria. Quisieron hacerse los graciosos con las feminazis de su país y de medio mundo e hicieron un anuncio en el que hablaban de la "masculinidad tóxica", en el que se mofaban del sexo masculino, y lindezas por el estilo, para que no les alcanzara la inquisición de género de las aguerridas bolcheviques del Me Too. Lo masculino aparecía allí como un cáncer maligno que había que extirpar. Una cosa patológica, una enfermedad a curar.

Naturalmente, me dije: os vais a reír de vuestros progenitores y ahora mismo me voy a comprar cuchillas de la competencia. Y así lo hice, yo y millones de hombres en todo el mundo hasta provocar esta escalofriante sangría de miles de millones de dólares para esta estúpida empresa empeñada en desaparecer. Me too, Gillette, ha dicho una multitud de hombres normales, padres, maridos, novios, hijos, hermanos que hacen una vida normal, que están rodeados de mujeres a las que quieren y respetan al máximo. We too, Gillette, nosotros también te mandamos a freír espárragos por gilipollas y por unirte al coro de magnates y mangantes que piensan que la Tierra está superpoblada y para ello llevan decenas de años promoviendo el aborto en todo el mundo con evidente fracaso.

Y ahora tratan de desvirilizar a los hombres y desfeminizar a las mujeres como último y gran recurso para alcanzar sus objetivos. Un ser humano asexuado es su objetivo. Pues va a ser que no. La fuerza de la biología y del sentido común es mayor que vuestra pérfida y criminal ambición. ¡Ah! El último anuncio de la multinacional americana trata de corregir la monumental metedura de pata y les ha salido un churro aún peor. Adiós, Gillette, adiós.

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