Con la atmósfera bastante más serena por el reciente dos de dos en liga -ganar es lo que tiene; esto es más antiguo que el hilo negro- ayer gozamos de la anestesia que da la Copa del Rey, esa competición que se suele encarar con pereza pero que, de vez en cuando, ofrece capítulos tan maravillosos que siguen poniendo los pelos de punta aunque sean recordados mil veces. Los que vivieron, por muy jóvenes que fueran entonces, aquella locura de 2003 seguro que estarán asintiendo ahora. Porque aquello fue fuerte de verdad…

Uno tiene ya sus añitos y recuerda, siendo pequeño, lo orgulloso que estaba viendo el Telediario de La Primera cuando éste remarcaba que el Decano se había cargado a todo un Primera como el Real Murcia; o, ya en Segunda B, cómo se le plantó cara en casa a un gran Oviedo al que Pajares Paz le echó más de una manita. También llegan recuerdos de Dutruel salvando los muebles al otrora poderoso Celta frente al incombustible Recre de Caparrós pero claro, de los primeros recuerdos y de los mejores, cuando el irrepetible Real Madrid de la Quinta del Buitre pasó por un viejo Municipal a reventar con Luzardo, Alzugaray, Márquez y compañía desquitándose de la goleada sufrida en el coliseo blanco con un partido espectacular. Fue otro de esos históricos días que el Recre nos regala de vez en cuando y que tanto agradecemos.

Sí, la Copa nos atrae... y nos irrita a partes iguales por caer ante rivales más flojos o ante equipos mucho más fuertes a quienes perdonamos la vida (lo del Atlético y aquella infructuosa goleada en casa) pero es un torneo que siempre tendrá un sabor especial por esa prórroga, por esos penaltis de infarto (aunque sean ante el Fuenlabrada) o por esos robos como el del Gil Mangazo. Vendrá el sólido Burgos (que no el mítico Burgos ya que aquel desapareció; hay que respetar la historia siempre) y me gusta notar esa ilusión en unos y en otros por pasar la eliminatoria y encarar, con humildad, quién sabe si otra noche histórica. Con ella se ganaría autoestima, se ganaría en ilusión para todo lo que queda en esta temporada en la que está prohibido fallar… y se ganarían muchos euritos, que son tan importantes como lo es lo deportivo. Este asunto, en nuestras circunstancias, no se puede obviar jamás.

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