La pica puesta en Linarejos no ha sido una simple victoria más, claro que no, como tampoco resultó un mero empate la igualada en casa ante el Málaga cuando el equipo se quitó complejos y dejó claro que tenía mimbres de sobra para pelear contra cualquiera; día ése, también, en el que la grada demostró otra vez que está por encima de esta tercera categoría como estaba muy por encima de la cuarta y de la quinta, evidentemente; y como estará por encima cuando lleguemos -porque llegaremos un día-, de la segunda.

La expulsión de Díez nos la tenemos que tragar, sí; sería de ilusos negarla pero es curioso que no hubiera ni media duda en echar a uno del Recre a los seis minutos de un duelo y sí exista siempre cuando incumbe a otros (lo de Ceuta con Alcalde, aquel ‘crimen’ en Los Palacios en el estreno en el sótano del sótano, lo del Murcia o Sanluqueño hace bien poco…) y eso es lo que mosquea no sé a usted pero a mí, bastante, porque no me creo un ser superior al contrario que esos que dan sermones despreciando al vulgo por, simplemente, pedir justicia, como si ésta no hiciera falta. Yo soy parte del vulgo y los datos y hechos de dos temporadas y media hacia acá son los que son. El caso es que un 0-2 fuera de casa y con diez, de esas heroicidades que casi nunca nos pasan, supone un mérito tremendo de jugadores, técnicos y de todo el que pase por ahí. Sólo el borrón con asterisco de hace dos jornadas ha privado al Decano de verse en este instante, codo con codo, junto a los favoritos al ascenso. Y ahora relean esa última frase y digan si no sienten, aunque sea muy leve, un pequeño cosquilleo: no olviden que hace justo dos años veníamos de ganarle (y sufriendo como cochinos) al Cabecense y, hace uno, de que nos metiera cuatro (¡cuatro!) el colista (¡el colista!) Torremolinos…

No sé cómo acabará el curso pero sí que si se vence al filial granadino -se llama Recreativo por nuestro Decano, indaguen en esa bonita historia- un poco más de media permanencia estaría en el bolsillo. Y el viejo Recre cumplirá, pocas horas después del partido, un añito más le pese a quien le pese, porque hay a quien le pesa aunque trate de disimularlo. Y ésa va a seguir siendo nuestra mayor victoria. Por eso hay que celebrarla tanto. Que se chinchen.

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