Juan Carlos Castro asegura que el mundo de la Cultura va al margen de la ciudad, sin incentivos de esta, por una necesidad de valores sensitivos. Entiende que la Cultura ha evolucionado y ha subido muy por encima de lo que lo ha hecho la ciudad, y esta incomprensión dice que lleva a veces a la insatisfacción, "el mundo de la creación tira del conjunto de la ciudad". Se molesta cuando Huelva, "para transformar esta ciudad vulgar en una ciudad singular se le pongan trabas a proyectos como la estación de Calatrava", sin olvidar la polémica porque deba estar en el Ayuntamiento la maqueta y no en la Diputación. Pero al margen de eso asegura que Huelva está necesitada de hitos arquitectónicos. "Es una ciudad con un suelo de un contenido de paisaje de belleza extraordinaria, pero llena de contenidos malos, hay una arquitectura y un urbanismo que deja mucho que desear. Espera que el Ensanche Sur sea la apuesta definitiva por la modernidad, de la ciudad deseada por todos.

Recuerda aquel tiempo vivido en el Mercado de la Merced cuando dejó la barriada de José Antonio. El Ayuntamiento le ofreció a su padre la planta alta para adaptarla a vivienda y allí tuvo su estudio junto al de su padre. Vivían el mercado como una extensión de la casa, tanto que cuando llegaba las Navidades el árbol se colocaba en el centro del patio. Recuerda que aquí hizo las cruces de resina para el Gran Poder y Pasión de Sevilla y para las Angustias de Córdoba. "Recuerdo con especial emoción, yo que no soy capillita, aquel momento en el que con los pies desnudos estaba junto a los del Gran Poder para colocarle la cruz, entre el silencio y la sobriedad de todos los hermanos".