Respons(H)abilidades

El conflicto bien gestionado es una herramienta de crecimiento

  • Las empresas pueden sucumbir a sus problemas o salir reforzadas, el resultado depende de la inteligencia emocional de sus líderes y de su responsabilidad social corporativa

La sociedad en su conjunto es un entramado infinito de relaciones humanas llenas de conflictos inevitables que emanan de la comunicación más básica, con nosotros mismos y con los demás. Y en ese azaroso camino andamos las personas, las familias, las empresas, las instituciones y cualquier tipo de organización formada por seres humanos, tengan el tamaño que tengan. Por eso parece lógico pensar que el desarrollo sostenible de la sociedad dependa de cómo gestionan las personas y las organizaciones esos conflictos y de cómo conseguimos que sirvan para crecer y avanzar. Y eso lo hace posible la inteligencia emocional en las personas, y la responsabilidad social corporativa y el liderazgo responsable en las empresas.

Gestionar los conflictos con inteligencia emocional

Según la Real Academia Española, por usar una referencia común, un conflicto es un "problema, cuestión o materia de discusión". Hay otras acepciones mucho más violentas que creo que no vienen al caso porque, desde nuestra perspectiva, el conflicto no tiene por qué ser violento, de hecho es toda una oportunidad, y además es consustancial a las interacciones humanas. O sea, que no nos libramos.

El conflicto es inevitable. Lo positivo está en la discusión o debate que genera, porque es lo que abre el camino al crecimiento, la comprensión mutua y el acuerdo. Así que somos muchos los que opinamos que el conflicto es necesario, y la discusión que provoca es más productiva cuanto más inteligente emocionalmente sea.

Hace ya varias décadas que la inteligencia emocional es motivo de estudio, investigación y por fin de aplicación en la gestión de los conflictos de los diferentes ámbitos sociales. La motivación y el clima laboral, el liderazgo, la orientación profesional, el apoyo personal o la educación son algunos de los terrenos donde la gestión adecuada de las emociones y el desarrollo de las habilidades sociales se han convertido ya en herramientas fundamentales que además funcionan.

¿Quiénes gestionan bien los conflictos?

Los expertos negociadores saben bien que el equilibrio emocional es el pilar que sostiene las mejores estrategias de resolución de conflictos y lo que asegura el menor nivel de fricción. Por eso, las personas emocionalmente inteligentes gestionan mejor los conflictos. ¿Y cuáles son las características de esas personas?

Se conocen. Las personas con destacada inteligencia emocional se caracterizan por identificar bien las emociones que sienten, e identifican fácilmente por qué las sienten. Esto les da seguridad y capacidad para diferenciar qué situaciones o pensamientos afectan a su propio comportamiento, para preverlo durante la negociación y decidir cómo reaccionar de la forma más productiva.

Son transparentes. Las personas emocionalmente inteligentes saben expresar claramente lo que sienten, así que son fáciles de entender. No son ambiguas, ni enrevesadas. Esto les permite ser muy efectivas en las relaciones personales y en la inevitable comunicación en la que se desarrolla la negociación y se resuelven los conflictos.

Son coherentes. Las personas emocionalmente inteligentes identifican bien la relación que hay entre sus pensamientos, sus sentimientos, sus palabras y sus acciones. Pensar, sentir, decir, hacer… Esa es la base de la valiosa coherencia, que en un ámbito negociador es lo que más confianza genera. Dicho de otra forma, las personas con destacada inteligencia emocional saben cuándo no son coherentes y pueden actuar en consecuencia.

Y además, son empáticas. Las personas emocionalmente inteligentes tienen bien desarrollada la capacidad para percibir y entender lo que los demás sienten. Esto les da mucha visión y habilidad sobre cómo enfocar la negociación de forma que satisfaga a todos, y sobre cómo fijar la estrategia para resolver el conflicto con la mirada puesta en el objetivo y no en los puntos de desacuerdo.

Pongan ahora estas características en los líderes de las empresas, porque son ellos, con su forma de comunicarse y gestionar a las personas, los que generan un tipo de organización u otra.

De las personas a las empresas

Sigamos ahora esas mismas características de las personas emocionalmente inteligentes para deducir cuáles son las empresas que aprovechan los conflictos para crecer y reducir las fricciones inevitables a su mínima expresión.

Son las empresas que se conocen. Esto es, las que saben lo que sienten y por qué lo sienten, que no son otras que las que se preocupan de medir y trabajar su clima laboral, las que se preocupan por el desarrollo del talento y el bienestar de su gente.

Las empresas transparentes. Las que saben comunicarse con claridad hacia fuera y hacia dentro, porque así se ganan la confianza de todos los colectivos con los que se relacionan: sus trabajadores, sus clientes, sus proveedores, sus vecinos, etcétera.

Las empresas coherentes. Son las que hacen lo que dicen, y dicen lo que de verdad hacen. Esta coherencia influye directamente en la estabilidad del negocio, en la productividad de los equipos, y en la fidelidad de los clientes, de todos sus públicos de interés.

Y las empresas empáticas, que son las que conocen bien la realidad de su entorno, se preocupan por mejorarlo y se comprometen con un propósito social.

Así acabamos de resumir cuatro de las características que definen a las empresas sostenibles en la triple visión de la sostenibilidad: empresas rentables, medioambientalmente respetuosas y socialmente comprometidas. Ahí lo tienen, eso es Responsabilidad Social Corporativa.

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