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Cuatro claves para que le lleves la contraria a la semana más triste del año

Pequeña triste. dos

Pequeña triste. dos / M.G. (Huelva)

Ni ‘Blue Monday’, ni días más tristes del año, ni nada. Que no te vendan humo. La tristeza no sigue ningún calendario, no se programa, y tampoco se puede evitar si lo que quieres es hacer una buena gestión de esta importante emoción que tanto nos ayuda en múltiples ocasiones. Así que la próxima vez que leas que el tercer lunes de enero es el día más triste del año, llévale la contraria, ríete, y plantéate las claves que te traigo hoy para cuidarte.

La tristeza es una emoción primaria, básica y universal que todas las personas experimentamos muchas veces. Es la respuesta natural y necesaria a las pérdidas y frustraciones que experimentamos en la vida. De ahí que, saber gestionarla - en vez de bloquearla, ignorarla o engancharte a ella-, es fundamental para cuidar tu salud emocional.

Además, la tristeza no es exclusiva de eventos traumáticos o dramáticos. Puede surgir en la cotidianidad, influida por una gran variedad de factores como el clima, el estrés, el cansancio o pequeños cambios de la vida como salir de unas frenéticas navidades. Pero una cosa es segura: siempre viene a darte un mensaje muy valioso, y a prepararte fisiológicamente para actuar bien. No es, ni muchísimo menos, negativa.

Claves para gestionar la tristeza

Lo primero y más importante es reconocerla y aceptarla, que así escrito parece más fácil de lo que en realidad es. Validar nuestras emociones y sentimientos nos permite entendernos mejor y comenzar con más facilidad el proceso de sanación. No te resistas a estar triste si es lo que necesitas. Aunque claro, tampoco te enganches. La tristeza te resta energía, te invita a parar y reflexionar, pero es para encontrar razones y motivos para ponerte en acción. No vale resignarse. La aceptación implica actuar, eso no lo olvides, y tomar decisiones que te ayuden a estar mejor.

No la escondas. En ese proceso de reflexión y aceptación igual sientes que necesitas llorar, para desahogarte. Pues llora. O lo mismo necesitas el apoyo de otras personas. Pues levanta la mano. Está de tu parte el propósito evolutivo de la tristeza, que no es otro que atraer el consuelo y la ayuda del entorno cuando tu cuerpo entero la expresa.

Una vez aceptada y facilitada en tu cuerpo, toca abordarla desde los aspectos prácticos. A veces es renegociar contigo las metas que te has propuesto, o ser más realista en las expectativas que te planteas, o aceptar esos cambios indeseados que te cuesta integrar. Definir un plan de acción con tareas concretas es el primer y más efectivo paso para mitigar la tristeza y empezar a avanzar en el proceso de sanación. Quizás sólo con tener ese plan ya avances a otro sentimiento, o quizás necesites un poco más de tiempo. Invierte el que tu particular momento requiera, pero aceptando.

Y en modo preventivo, ¿qué tal si programas en tu agenda actividades que te generen bienestar?. El ejercicio físico - si es en la naturaleza, mejor-, es infalible. Dormir suficiente, más que saludable. Darte pequeños placeres de vez en cuando. Organizar planes de esos que te cargan las pilas, aunque sean 2 o 3 al año… Cuida bien de la persona que no se separa de ti nunca: tú.

Recuerda que, aunque a veces pueda ser abrumadora, la tristeza es humana, normal, positiva y temporal. Con el tiempo y las acciones adecuadas, te va a servir para mejorar tu fortaleza emocional y avanzar hacia un bienestar más profundo.

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