Día Mundial para la Prevención del Suicidio

"Quería quitarme la vida, pero no tenía fuerzas para tomarme toda la medicación de golpe"

I. F. durante su tratamiento para anular la depresión.

I. F. durante su tratamiento para anular la depresión. / Clara Carrasco (Huelva)

Cursaba tercero de su formación universitaria y un sentimiento de tristeza constante, unido a una pérdida de interés por realizar actividades, comenzaba a tornarse habitual en la vida de I. F. A la joven onubense le diagnosticaron en 1987 depresión severa, un trastorno de salud mental que en aquella época "era sinónimo de estar loca", subraya a este diario I. F.

El "rechazo" de los vecinos del municipio no se hizo de rogar, pues "en los años ochenta no había apenas conciencia social sobre esta enfermedad", recuerda I. F., quien encontró en su entorno familiar el mejor apoyo. Sus padres, pese a la desinformación sobre la depresión y a los rígidos estigmas, normalizaron el trastorno de salud mental de su hija, "al igual que hizo, posteriormente, mi marido". I. F. agradece "enormemente" la sensibilidad mostrada por ellos, "pues el problema es que el enfermo no acepta consejos, se encierra en sí mismo y se sumerge en una vorágine de tristeza y desinterés". 

La etapa universitaria de I. F. transcurrió en su casa o, tal y como ella, la recuerda, su "cueva, donde me sentía arropada, era mi mecanismo de defensa". No contemplaba salir de su hogar y las relaciones sociales con otras personas de su edad se vieron muy afectadas por la depresión. Pese a ello, no dudó en comenzar su andadura profesional, pues quería trabajar y desarrollarse en su ocupación. Convivía constantemente con la ansiedad, dado que "no era capaz de decir que no a ninguna tarea laboral por mi afán de ser perfeccionista. Me ponía expectativas muy altas que no podía cumplir", sostiene I. F., que desde la detección de su depresión, la combatía con la medicación que le recetaba su psiquiatra.

En 2017 su caso se agravó. "Recibí un mazazo en mi trabajo de aquel momento, sufrí un vacío laboral y no me sentía apoyada por nadie". La conducta suicida comenzó a invadir sus pensamientos. "Tenía claro que quería quitarme la vida, pero al principio solo se te ocurre ingerir una alta dosis de la medicación recetada", expone I. F., quien reconoce que lo que le salvó fue "no tener fuerzas ni para acudir a dónde guardaba la medicación para tomarla". Su depresión se traducía en "falta de apetito, de sed, melancolía" y todo ello derivaba en que el único espacio que ocupaba se reducía a su cama.

Consiguió desquitarse de sus pensamientos suicidas, pero un nuevo episodio volvió a atacarle. Un cáncer de mama en estadio IV con metástasis provocó en I. F. "un retroceso anímico importante". Tanto es así, que el pasado 29 de mayo intentó quitarse la vida al cortarse las venas. No lo consiguió y, dos semanas después, inauguró un nuevo capítulo que venía a brindarle un cambio en su vida.

Poner fin a la propia vida, pese a ser un pensamiento ubicado entre el tabú y el olvido, no es extraño. En Huelva se contabiliza, como mínimo, un intento de suicidio al día, tal y como ya confirmaron a Huelva Información la Unidad de Psiquiatría del hospital Juan Ramón Jiménez y la Federación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental en Huelva (Feafes). De hecho, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España, además de ser la primera causa de muerte en los jóvenes de entre 15 y 29 años, por delante de los siniestros en las carreteras, tal y como subraya a esta redacción el médico psiquiatra y coordinador de la Unidad de Estimulación Magnética Transcraneal del Instituto Andaluz de Salud Cerebral, Álvaro Moleón.

Álvaro Moleón junto a I. F. en la Clínica del Carmen. Álvaro Moleón junto a I. F. en la Clínica del Carmen.

Álvaro Moleón junto a I. F. en la Clínica del Carmen. / Clara Carrasco (Huelva)

I. F. encontró en un tratamiento de estimulación magnética transcraneal un halo de esperanza. Se sometió en la Clínica del Carmen de la capital a este procedimiento no invasivo que se emplea para tratar trastornos de salud mental.

Al citado tratamiento se someten "pacientes con un cuadro depresivo severo, que han mostrado resistencias a otros tratamientos", sostiene Moleón, quien asiste a I. F. en la Clínica del Carmen. La mencionada técnica toma forma a través de la denominada Magventure X100, una maquina que permite profundizar en el estudio de las neurociencias, así como en el tratamiento de padecimientos y trastornos de personas en las que los tratamientos de psicoterapia y medicamentos no han resultado efectivos.

La sesión de estimulación magnética transcraneal profunda contempla la colocación de una bobina electromagnética -en concreto la Cool D-B80, específica para neuroestimulación profunda- sobre el cuero cabelludo del paciente, concretamente en la zona específica "donde están las estructuras cerebrales de la enfermedad mental a tratar", según explica Moleón. De este modo, el electroimán actúa sin provocar dolor para estimular las células nerviosas que se pretenden activar. Concretamente, I. F. llegó a la clínica con un trastorno depresivo mayor tonificado, por lo que su tratamiento contempló 30 sesiones agudas, "en las que se le colocaba la bobina electromagnética en la corteza prefrontal dorsolateral izquierda durante 20 minutos", añade su psiquiatra.

La adherencia de I. F. al tratamiento fue muy positiva y, tras seis sesiones de desescalada, su depresión ha remitido y se ha logrado reducir a un tercio el tratamiento farmacológico. Actualmente, I. F. recibe sesiones de mantenimiento al objeto de eliminar totalmente su medicación.
I. F., visiblemente emocionada, reconoce que observa la vida desde otro prisma muy diferente. "Calma, optimismo y felicidad" son ahora sus pilares. Su cáncer no ha desaparecido, pero, aun así, I. F. reconoce que "ahora la esperanza está, antes ni sabía que existía". 

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