Gente Inteligente

Instituciones como catalizadores emocionales para una sociedad más justa

Un grupo de amigos une sus puños.

Un grupo de amigos une sus puños. / M. G.

La inteligencia emocional no es solo un concepto psicológico, es una herramienta de transformación social. Aplicada desde las instituciones públicas puede ser un elemento revolucionario para construir una comunidad más justa y equitativa. Por eso, entidades tan poderosas como los ayuntamientos, pueden usarla para convertirse también en gestores de emociones y liderar el cambio hacia un futuro donde la igualdad de género sea una realidad.

No me he vuelto loca. Estas semanas, mi compañera Lale Gómez, consultora social y experta en innovación social, andamos colaborando para impulsar los Planes Locales de Igualdad que promueve La Ley Andaluza 12/2007. Los municipios tienen la responsabilidad de incorporar la perspectiva de género en todas sus políticas públicas, y los planes locales de igualdad son una herramienta muy efectiva para conseguirlo, especialmente si su implantación considera la gestión de las emociones colectivas.

La inteligencia emocional ofrece una valiosa lente a través de la cual podemos ver y sentir la importancia de la igualdad de género en la vida diaria de las personas. Porque las instituciones también pueden ser emocionalmente inteligentes. O no.

Una institución puede y debe usar la empatía como herramienta de diagnóstico. Algo crítico para empezar a desarrollar un plan local de igualdad propio. Y eso implica, más que leer informes, escuchar muy activamente a los colectivos locales, para que el plan refleje realidades.

Una institución puede y debe gestionar emocionalmente su comunicación. Cuando se habla de igualdad, cada palabra cuenta. Por eso, asumir compromisos con modelos de comunicación que promuevan el respeto y reconozcan la riqueza de la diversidad, es importante.

Y una institución puede y debe involucrar para transformar. La participación ciudadana es crucial. Más allá de la mera consulta, la inteligencia emocional impulsa a crear espacios donde esa participación se convierta en compromisos. Nada mejor para el éxito de cualquier plan que la gente lo considere como algo necesario y propio.

Y mientras muchos y muchas profesionales como Lale y yo nos afanamos en impulsar todo esto a través de los planes locales de igualdad, aquí te dejo algunas recomendaciones muy prácticas por si quieres empezar el camino en tu casa, en tu empresa o en tu ayuntamiento.

1. Invierte tiempo y recursos en el desarrollo de las habilidades emocionales de las personas de tu entorno. Tu familia, tu plantilla, tus amistades… Comparte formaciones, talleres, eventos especiales… Todo lo que implique la mejora de la comunicación genuina.

2. Crea espacios de diálogo continuo. Pueden ser encuentros periódicos, canales de comunicación específicos, ¡o una pizarra magnética en el frigorífico! Promueve que las personas se puedan expresar libre y regularmente.

3. Haz seguimiento de las acciones. No basta con implementar, es vital medir el pulso emocional de la comunidad, tu plantilla o tu familia respecto a las acciones tomadas. Esto implica volver a escuchar, preguntar, y aceptar que habrá que ir ajustando los planes y generar nuevas acciones.

La igualdad de género, como cualquier otra transformación social, necesita tiempo, pero sobre todo, necesita gente e instituciones que emprendan acciones concretas con el mismo objetivo. Y la inteligencia emocional es un motor que puede acelerar este viaje.

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