Emotiva y multitudinaria despedida a la jefa de la Oficina de Extranjeros de Huelva
Homenaje
Un centenar de personas rinde tributo en la capital a la carismática Lucía Vizcaya por su jubilación

Huelva/Si hay un nombre propio en la extranjería de Huelva en los últimos 30 años ese es el de Lucía Vizcaya. Creó la Oficina de Extranjeros en 2002 con Carmelo Sanmartín –entonces subdelegado del Gobierno– y en 2004 se puso al frente de ella como jefa accidental. Es un referente en la materia en España pero también más allá de nuestras fronteras y, tras el mal trago que se llevó en 2018 cuando Raúl Barba fue nombrado jefe de Extranjería, retomó las riendas de "mi casa" el pasado febrero, donde acaba de jubilarse.
Para celebrarlo, un nutrido grupo de amigos se reunió ayer con el objetivo de rendirle tributo en el complejo Rafael. Entre el centenar de personas que quiso acompañar a Vizcaya en una emotiva despedida estuvieron representantes de ONG como Codenaf, Huelva Acoge, Cepaim o Cruz Roja, pero también el cónsul de Marruecos en Andalucía Occidental y Extremadura o el de Venezuela.
Tampoco se perdieron la cita la subdelegada del Gobierno en Huelva, Manuela Parralo; el secretario general de la institución, Manuel Iglesias; el delegado territorial de Agricultura, Álvaro Burgos; el decano honorífico del Colegio de Abogados, Juan José Domínguez; el presidente, entre otros, de la Comunidad de Regantes del Andévalo Fronterizo, Juan Antonio Millán; el presidente de Freshuelva, Alberto Garrocho; el abogado del Estado en Huelva, Javier Sobrepere; el ugetista Luciano Alonso, el exsubdelegado Manuel Bago o el artista Alfonso Aramburu; el exdirector de la prisión, Alejandro Zulueta; la exconcejala Alicia Narciso, el comisario de la Policía Nacional ya jubilado Rafael Afonso o la directora de Relaciones Institucionales y Legal de Matsa, Paula Chaves.

Después de un sabroso ágape, llegó el momento del homenaje en sí. Abrió la veda Parralo, quien destacó que "los que estamos aquí somos sobre todo amigos de una mujer con una trayectoria intachable y un enorme poder de convocatoria". Dirigiéndose a Lucía Vizcaya, destacó de ella "tu integridad y tu ayuda", por lo que "es un placer acompañarte en este día, que da lugar a una etapa distinta, jubilar y alegre". A continuación, le entregó un pequeño recuerdo de la Subdelegación y le colocó el pin de plata.
La hasta ahora jefa de Extranjería inició su discurso con un nudo en la garganta. "Es de bien nacido ser agradecido", repitió en varias ocasiones. Recordó a todos "los que apostaron por mí en mis orígenes", a los que "me habéis enseñado todo lo que sé", porque su trayectoria laboral "me ha hecho mejor persona".

Su trabajo en Extranjería "siempre me ha apasionado" y ha perseguido "lograr un mundo mejor, que el que llegara a mi despacho con lágrimas saliera con una sonrisa".
En la de ella, una clave: la empatía, habilidad que le ha permitido "buscar soluciones a personas atrapadas en este país". De las zancadillas no quiso ni acordarse porque "solo me quedo con las cosas buenas". Como "mi hijo indio", presente en el homenaje, "porque me dice madre y me invitó a su boda en la India, lo quiero mucho". Pero Lucía también tiene "un hijo senegalés, otro de Malí, otro de Marruecos". Así lo siente ella y ellos se lo devuelven con creces.

Vizcaya subrayó que "no podemos perder la humanidad, la lucha merece la pena y he tratado de disfrutar la diversidad". Con dedicatoria para los suyos se despidió como el fandango: "Aunque me voy, no me voy... siempre podréis contar conmigo".
Alguna lágrima se dejó ver por el salón. Y se inició una procesión para la entrega de obsequios. Zulueta, por ejemplo, le regaló una pequeña menina de cerámica elaborada por reclusos; los guardias civiles del Grupo de Información le entregaron una placa con dedicatoria y la Policía Nacional, de manos del inspector jefe Javier Velasco, una insignia del Cuerpo para una mujer inolvidable.
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