Los oficios del Camino

Manuel y Juan, los carreteros de Huelva y Emigrantes

El Simpecado de Huelva en el camino de vuelta de 2019.

El Simpecado de Huelva en el camino de vuelta de 2019. / Alberto Domínguez

Manuel Benítez lleva 19 años llevando el Simpecado de Huelva. Tomó el relevo de José el carretero y desde entonces “no he fallado nunca”.  Juan José Benítez se estrenó como carretero de Emigrantes en 2019. Hizo un gran camino, pero no ha podido repetir el trabajo.

Manuel Benítez guiando el Simpecado de Huelva. Manuel Benítez guiando el Simpecado de Huelva.

Manuel Benítez guiando el Simpecado de Huelva. / Alberto Domínguez

Manuel: "Todo es emoción en el camino"

De acuerdo con que el virus la tomó con los Aries, pero también es cierto que en mayor o menor medida ha terminado fastidiando los cumpleaños de todos, y aunque algunos tengan más ganas de celebrarlos que otros, a nadie le amarga un dulce, así que cumplir 52 años viviendo un nuevo Rocío debería haber sido una celebración de lo más gratificante. Y aquí pone ‘debería’ porque no ha sido. Porque no ha podido ser.

Por segundo año consecutivo, las únicas ocasiones desde 2001, Manuel Benítez no ha llevado el Simpecado de la Hermandad de Huelva a la aldea almonteña. “El año que viene será”, dice, conforme con lo que le ha tocado después de 19 años como carretero. Todos le quieren en la Hermandad, y así se siente él, querido, y a la misma vez orgulloso de una responsabilidad que asume sin miedo. Habla la experiencia, claro. Desde que cumplió los 33 ha sido el encargado de una las tareas más importantes del Camino de cualquier Hermandad: dirigir la carreta más buscada, la más seguida, la más venerada, la más querida. Sin embargo, a pesar de esas casi dos décadas haciendo lo mismo, nunca nada es igual: “Cada año es diferente aunque se haga el mismo camino”, explica Manuel. Siempre hay un detalle distinto, y por eso es incapaz de escoger un momento especial, único, preferido para él. “Desde que se sale hasta que se llega, todo es emocionante”. Pero en realidad Manuel solo puede mirarlos por el rabillo del ojo porque hay obligaciones importantes: “llevar el Simpecado es mucha responsabilidad, y hay que estar muy concentrado especialmente después de pasar Gato, cuando las arenas se vuelven más difíciles”.

No está solo para sacar el trabajo adelante. Desde bien pequeño lo acompaña su hijo Rafael, que ahora tiene 32 años, casi los mismos que tenía su padre cuando se convirtió en el carretero de la hermandad, “lo más grande que he tenido en mi vida”, asegura entre la emoción y el orgullo. Así es El Rocío.

Juan José Benítez, con el Simpecado de Emigrantes a su paso por la capital. Juan José Benítez, con el Simpecado de Emigrantes a su paso por la capital.

Juan José Benítez, con el Simpecado de Emigrantes a su paso por la capital. / Alberto Domínguez

Juan José: "El esfuerzo merece la pena"

Ya hay que tener mala suerte para estrenarse en un cargo tan preciado, tan deseado, y no poder repetir porque una pandemia ha cambiado la vida de todos en todo el mundo. Ni en los peores presagios. Cuando uno se hace responsable de guiar el Simpecado de la Hermandad de Emigrantes hasta El Rocío, lo más que piensa (en el debe) es que la cosa no vaya bien, te digan que hasta otro día y no vuelvan a llamarte.

Pero cuando el camino termina resultando tan brillante como el de 2019 lo que uno espera es repetir al año siguiente, y al otro, y al otro, y al otro… “He tenido mala suerte, pero ya está. El año que viene si Ella quiere ahí estaremos”, asume con resignación y esperanza Juan José Benítez, el carrerero de Emigrantes, discípulo del reputado carrero Antonio Toscano y, como buen alumno, disciplinado a la hora de preparar y hacer el Camino. Esto no es decir por decir: desde meses antes Juan ya está preparando a los mulos, probando, ensayando incluso sobre el terreno. Maniobras, curvas, resistencia… Juan se aplica para hacerlo bien, y espera volver a demostrarlo muy pronto: “Es un sueño cumplido que quiero seguir soñando”, dice. Sabe que es una gran responsabilidad y un trabajo duro, pero “todo el esfuerzo merece la pena cuando recuerdas los momentos que has vivido”.

Juan, asegura, lleva a un lado la cabeza y al otro el corazón. Con la una guía a los mulos; con el otro disfruta cada paso: en Tres Rayas, en la salida de Gato, en el charco… “son muchas emociones”, afirma, pero sin duda se queda con el camino de vuelta, cuando “todo se vive con menos tensión y menos nervios”, con la sensación del trabajo terminado y bien hecho, con melancolía, intimidad y pureza, con “un sabor de los rocíos antiguos que se disfruta mucho”. El año que viene, si todo va bien, podrá revivirlo.

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