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El Cartaya estrena entrenador y quiere aprovechar el efecto del nuevo

Juanma Rodríguez (derecha), durante su primer entrenamiento.

Juanma Rodríguez (derecha), durante su primer entrenamiento. / AD Cartaya

Después de diez jornadas y caído a puestos de descenso tras la derrota en Córdoba, el Cartaya da un volantazo, cambia rumbo y viento y comienza una nueva vida en manos de Juanma Rodríguez, un entrenador que llevaba tiempo fuera de la rueda y que viene a sustituir a Paco Amate, que con el paso del tiempo perdió la confianza de la junta directiva. Córdoba fue la gota de colmo para Amate, pero todo suena que estaba sentenciado antes de esa cita. Lo escribimos en su momento. Los resultados no mienten y los números de Amate eran muy deficientes. Pero al margen de eso, ha habido otras cosas que se conocerán con el tiempo. Así que tiempo al tiempo.

Ahora, el Cartaya quiere pasar página y centrarse en lo que viene, el Xerez CD, eterno candidato, gallo que viene al alza y que espera agarrar rédito en río revuelto. Juanma llegará con apenas tres o cuatro entrenamientos a la cita, demasiado poco, así que se presupone que lo primero que busca es poner en orden la cabeza de los jugadores, algunos de ellos enormemente confundidos.

El Cartaya no conoce la victoria en casa en lo que va de Liga y lleva varios mundos sin vencer en su estadio contando capítulos anteriores a esta campaña. Es decir, hay un serio problema de convencimiento como local, todo lo contrario a lo que le ocurre al resto de los mortales. Dicen que lo psicológico es más poderoso incluso que el estado físico. Veremos.

En teoría, en esta nueva vida, todos parten de cero. Pero Juanma se encontrará, en principio, con los mismos problemas que el anterior entrenador. La plantilla no es redonda porque le faltan detalles que nunca debieron de faltarle. La concepción de la misma no es la correcta. Lo dicen los resultados, la clasificación y los rivales, que han sacado tajada de todo eso. Si el nuevo entrenador no modifica cosas, ficha consecuentemente y le da sentido a lo que no lo tiene, entonces será efecto gaseosa.

Del rival no destacaremos nada en particular porque todo es destacable. Es un equipo que quiere salir de Tercera y por lo tanto su poderío está fuera de toda duda. Además, aterriza con un viejo conocido, Cascajo, y ya saben lo que ocurre cuando te mides al alguien que, además, aquí no resultó, en regularidad, como se esperaba. Esas cuentas pendientes ficticias que apuntamos en el fútbol y que generalmente pasan la factura. Ojo con eso.

Respecto al once del Cartaya, no se espera revolución porque ya hemos escrito mil veces que las revoluciones de un momento para otro sólo conducen a la inestabilidad y a provocar falta de confianza. Y en ellas, todos se sienten de algún modo señalados. Juanma siempre se ha caracterizado por su moderación. Es decir, es el polo opuesto a Amate. Y es posible que ahora, en esta delicada situación, el equipo necesite calma, música suave y ver el cielo de azul intenso sin perder la perspectiva de lo competicional. Porque ocurre, a veces, que confundimos la calma y el sosiego con dejarse mecer. Y el Cartaya, eso queda claro, no está para acunarse, sino para todo lo contrario.

Hay instantes en la vida que solo importa una cosa y lo demás se queda para otros momentos porque si no consigues eso lo demás es imposible de alcanzar. La palabra mágica es ganar. No hay otra palabra más repetida en el vestuario. Lo demás no importa nada ahora. Ya habrá tiempo para los apéndices y los colores. Porque no hacerlo asevera la pesadilla. Y rompería en mil pedazos el efecto del nuevo. 

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