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Crónica Cartaya-Conil: Cruel derrota de los roijinegros sobre la campana

Un momento del encuentro entre el Cartaya y el Conil.

Un momento del encuentro entre el Cartaya y el Conil. / Manolo Camacho (Lepe)

Todo el que ha ido alguna vez a la provincia de Cádiz sabe cómo se las gasta el viento por aquellos lares, especialmente en el Campo de Gibraltar y particularmente en Tarifa. Conil no escapa a esa tesitura. Seguramente por eso, el conjunto gaditano, en la primera parte, cuando el viento soplaba de lo lindo, se sintió cómodo y resultón, anulando por completo a un Cartaya mal posicionado y fallón en casi todo. No Aparecieron ni Ulloa ni Lolo y cuando ellos se ausentan todo se desarrolla al montón, pollos sin cabeza. Hay que añadir que el campo no ayuda. Es lamentabilísimo el estado del terreno de juego. Así que echar la pelota al suelo y pretender jugar es un ejercicio de fe absoluta.

Así, la primera parte fue infumable, trastabillada, atropellada, nada de lo que ocurrió tuvo sentido, si acaso se salva algunas acciones del Conil, que merodeó la portería rojinegra en varias ocasiones, sin resultado alguno.

Fue amainar el viento y hacer acto de presencia la lluvia y aparecer el Cartaya. Ulloa y Lolo mediante. Por su parte, el Conil, ya no se sentía cómodo, ya no estaba en su hábitat. Viene a colación un partido en Conil hace dos temporadas en el que había vientos huracanados y ellos sonreían. El hábito hace al monje.

Con el campo volcado hacía la portería gaditana, un error en el despeje de Ángel, al que traicionó el mal bote, provocó una ocasión clarísima del Conil, con remate al palo de Cuenca, con el portero del Cartaya rezando a todos los santos.

La ocasión desactivó a los muchachos de Limón, que perdieron paso y pelota, rozando la media hora de la segunda parte. El técnico, viendo que las luces se volvían tenues, retiró del partido a un inocuo Demúrez y metió a Pola, de natural revulsivo por su atrevimiento. Y luego vinieron más cambios para no cambiar nada. Bueno sí. Para empeorar a un equipo que era una sombra. Y claro, cuando cedes tanto, cuando no juegas más que a ratos, el rival se te sube encima.

Y así, a los 87 de juego, Vidal, de cabeza, batía a Ángel, que previamente ya había realizado una parada de escándalo. Mandó el balón a córner y del saque de esquina nació el gol.

Otra vez vuelta a la desnudez y ahora llega el invierno, y sin mantas. El Cartaya no ha sido capaz de ganar a ningún adversario directo en las últimas jornadas. Tuvo 20 minutos aceptables. Y así es imposible. El Conil, sin hacer nada del otro jueves, se llevó el partido porque tiene un plan y jugadores que definen. Y no se encogieron en ningún momento hasta que cazaron la presa. Pintan bastos. Esa es la realidad. A ver qué pasa cuando llegue el frío.

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