Seguramente al hablar de vitaminas las primeras que vengan a nuestra mente sean la A, la B, la C o la D, aunque hay otras que no son tan 'conocidas' pero que también tienen una gran importancia en nuestro cuerpo.

Por ejemplo, la llamada vitamina F, que realmente no es una vitamina, pero así se denomina a la agrupación de dos ácidos grasos esenciales, los ácido alfa-linolénico (ALA) y los ácido linoleico (LA), es decir, a los ácidos grasos omega-3 y a los omega-6. Y es que cuando los investigadores descubrieron los ALA y LA, en la década de 1920, los confundieron con una vitamina, por lo que le pusieron ese nombre, que hoy día sigue vigente.

Nuestro cuerpo no produce estos ácidos grasos, por lo que se deberá acudir a ellos a través de los alimentos. Y es que los componentes que forman la vitamina F ayudan a realizar diversas funciones en nuestro organismo, además de prevenir diferentes enfermedades.

Como informa el portal del centro médico Cleveland Clinic, la vitamina F contribuiría a la prevención de problemas relacionados con el corazón, además de reducir los niveles de colesterol. El riesgo de padecer alzhéimer, demencia u otras enfermedades cognitivas también se vería reducido.

Nuestra salud ocular igualmente se vería beneficiada del consumo de alimentos ricos en esta 'vitamina', así como la mental, pues podría ayudar a mejorar los síntomas de la depresión y la ansiedad. Además, tendría un "un efecto protector en la piel frente a agresiones externas como el sol, la sequedad o la humedad", como explica Sílvia Torrent, nutricionista clínica de l'Hospital HM Nou Delfos, al diario La Vanguardia.

En estos alimentos encontramos la vitamina F

Como nuestro cuerpo no produce estos ácidos grasos, que en conjunto podemos llamar vitamina F, debemos introducirlos en nuestro organismo mediante los alimentos. Los pescados azules, como el salmón, el atún o la sardina, son una opción muy interesante si buscamos una buena fuente de estos nutrientes.

Sílvia Torrent nombra en el citado medio a los frutos secos y las semillas, concretamente a las almendras, las semillas de chía, pipas de girasol y a las nueces, pues "son ricos en vitamina F". Una dieta que cuente con la suplementación de este último alimento, tomando unos 40 gramos de él cada día, podría ayudar a reducir el colesterol, como apuntan diversos estudios.

El aguacate también nos proporcionaría una interesante cantidad de ácidos grasos esenciales, por lo que es una buena opción para consumir, a pesar de ser muy calórico. Las espinacas también deben ser nombradas, pues al aporte en ácidos grasos omega-3 que nos suministraría, hay que añadirle también el de vitamina K, hierro y calcio.