
Monticello
Víctor J. Vázquez
¿Qué jueces queremos?
Editorial
TODAS las partes afectadas, empezando por los trabajadores, dieron por válida la propuesta de la Junta de Andalucía para la salvación de Astilleros. El pasado 22 de diciembre se firmó el "acuerdo de colaboración" entre los principales propietarios de la empresa y la Administración autonómica, lo que dio paso a la puesta en marcha de una "hoja de ruta" que pasaba, a grandes rasgos, por la salida de la dirección de la naviera de los accionistas mayoritarios mediante la cesión de sus derechos políticos, el nombramiento/imposición de un administrador cuasi plenipotenciario (con unas retribuciones estratosféricas, para más señas) y la firma de acuerdos con inversores que, según se decía, estaban dispuestos a poner su dinero y experiencia para reflotar la compañía. Todo ello quedaba enmarcado en un proceso de reconversión que llevaría a la factoría a dedicarse más a la reparación de barcos que a la construcción, materia ésta en la que la competencia desleal asiática deja estrecho margen de maniobra a sus potenciales competidores europeos. De hecho, una de las fuentes de ingresos prevista era la venta de la licencia de construcción de buques, paso imprescindible para acceder a las ayudas que la Unión Europea concede para el reflotamiento de los astilleros. Este era el dibujo esbozado por los responsables de la Junta de Andalucía, pero de la tan traída y llevada "hoja de ruta" tan sólo se han cumplido los primeros aspectos, porque a estas alturas no hay ni rastro de dichos inversores y la deuda reconocida se mantiene, como poco, en las mismas cifras: 214 millones de euros, en el caso de las atarazanas onubenses, y 65, en las de Sevilla. La reunión mantenida ayer por las direcciones regionales de UGT y CCOO con los nuevos responsables de las consejerías de Economía, Innovación y Ciencia, de un lado, y de Empleo, por otro, no pudo ser más reveladora. Y descorazonadora. Nadie ha dado aún una explicación medianamente sensata sobre la "imposibilidad" de culminar ese plan ni qué errores de cálculo se han cometido para prometer aquello que no estaba al alcance de la mano. Hay silencios que son elocuentes. Estamos en un callejón sin salida.
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