Sociedad

Japón intenta evitar un desastre nuclear

  • La agencia nuclear japonesa califica el accidente de Fukushima de nivel 4 sobre 7, aunque la OEIA dice que por ahora no afecta al reactor. Se han evacuado a 46.000 residentes en un radio de 20 kilómetros.

Una fuerte explosión en la central nuclear de Fukushima (norte de Japón) ha desatado la alarma y ha llevado a evacuar a decenas de miles de personas ante el temor de una fuga radiactiva.  La Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial de Japón (NISA) dice que el accidente nuclear es de nivel 4 sobre 7 en la escala internacional. Este nivel corresponde a los accidentes sin riesgo fuera del emplazamiento de la central y con consecuencias exclusivamente locales, según los documentos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha comunicado a su vez que la explosión de ocurrió fuera del recipiente primario de contención, por lo que el núcleo del reactor no fue dañado.

El OIEA fue informado por las autoridades japonesas de que el operador del reactor número 1 de la planta de Fukushima, Tokyo Electro Power Company (Tepco) ha confirmado que "la integridad del recipiente primario de contención del reactor número uno de la planta de Fukushima permanece intacta".

Este comentario contrarrestaría la teoría manejada por expertos de que el núcleo de este reactor podría haberse fundido, como sucedió en abril de 1986 en el más grave accidente de la historia nuclear, en la central ucraniana de Chernóbil.

Como una contramedida para limitar el daño al núcleo del reactor, a raíz del terremoto y posterior tsunami ocurrido en la costa nipona, Tepco propuso que agua marina sea mezclada con boro para ser inyectada en el recipiente primario de contención como refrigerante, según el comunicado divulgado por el OIEA en Viena.

NISA confirmó la presencia de cesio-137, altamente radiactivo, y iodine-131 en las cercanías del reactor dañado, que resultaron en "un aumento inicial de los niveles de radiactividad alrededor de la planta a primeras horas, pero se observó que estos niveles habían descendido en las últimas horas".

El suceso se produjo en una planta nuclear a unos 270 kilómetros al noreste de Tokio, cuando varios empleados trataban de enfriar uno de los seis reactores nucleares de la central, cuyo sistema de refrigeración se vio dañado por el terremoto que hizo temblar a Japón.

El edificio de contención que albergaba un depósito de acero con el reactor se vino abajo a causa de la explosión, que dejó una enorme columna de humo visible a decenas de kilómetros durante varias horas.

En los primeros momentos cundió la alarma, entre la incertidumbre y el temor a que hubiera estallado el propio reactor nuclear, pero tras las primeras inspecciones el Gobierno aseguró que la explosión se había producido fuera y no había afectado al reactor.

El ministro portavoz, Yukio Edano, dijo que el origen del accidente fue una reacción química de oxígeno e hidrógeno, y minimizó la posibilidad de una fuga al insistir en que el depósito de acero que recubre el reactor no había resultado dañado.

Las autoridades habían ordenado sacar a 46.000 residentes en un radio de diez kilómetros de la central, pero en el momento del accidente había aún unas 800 personas en la zona, y posteriormente aumentaron el área de evacuación a 20 kilómetros.

Cuatro trabajadores de la planta resultaron heridos en la explosión aunque ninguno está en situación crítica, según Tepco, responsable de la central nuclear, que este año cumplió cuatro décadas y tiene permiso para operar al menos diez años más.

Un accidente de estas características se trataba de evitar desde que un gran terremoto de 8,8 grados Richter sacudió Japón y cortó el flujo de energía eléctrica y el motor diesel de emergencia de la central de Fukushima.

La falta de energía paralizó el mecanismo de refrigeración de la planta, que cuenta con seis reactores de agua en ebullición, lo que hizo que los niveles de radiactividad fueran hasta mil veces superiores a lo habitual en una de las salas de control.

Ello llevó a decretar el estado de emergencia nuclear en ésta y otra planta vecina, la número 2 de Fukushima, también perteneciente a Tepco y que también vio alterado su suministro eléctrico por el terremoto.

Para rebajar temperatura en ambos reactores el Gobierno nipón ordenó, por primera vez, que se abrieran de forma controlada las válvulas de los reactores, pese al temor de que el vapor liberado transportara sustancias radiactivas.

El primer ministro japonés, Naoto Kan, admitió que la operación liberó cantidades de radiación "mínimas", aunque en todo momento el Gobierno mantuvo su mensaje de calma a la población al asegurar que las eventuales fugas eran "asumibles".

Ello no impidió que se vivieran momentos de fuerte alarma tras encontrarse cesio radiactivo cerca de la central, una sustancia aparentemente procedente del interior del reactor y que hizo temer un posible proceso de fusión nuclear.

Entre informaciones confusas y una frenética actividad para controlar la situación, las autoridades señalaron que habían logrado enfriar los reactores, aunque las consecuencias de los daños en la central todavía no están claras.

Pese a ser un país extremadamente preparado ante los terremotos, especialmente las infraestructuras como las centrales nucleares, Japón se vio desbordado por la gran intensidad del temblor, el mayor del que se tiene constancia en el país.

Tal y como establece el protocolo de seguridad nipón, las once plantas de energía atómica de las zonas azotadas por el seísmo paralizaron de forma automática su actividad, por lo que el Gobierno se vio obligado hoy a instar a los ciudadanos a ahorrar energía para evitar posibles cortes en el suministro.

Japón sufrió el peor accidente nuclear de su historia en 1999, cuando una explosión seguida de una fuga en un planta de procesamiento de uranio en la localidad de Tokaimura acabó con la vida de dos operarios y expuso a más de un centenar de habitantes a altos niveles de radiación.

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