Crónica

El corazón nunca llega tarde un Martes Santo en Huelva

  • Las cuatro cofradías retrasan su salida para salvar la jornada de la lluvia

  • Huelva se echa de nuevo a la calle para encontrarse con el Señor

El Señor de Pasión por la Plaza de San Pedro.

El Señor de Pasión por la Plaza de San Pedro. / Alberto Domínguez

Lo que no tiene respuesta en esta vida es la atracción de unos ojos verdes. Ya se puede poner el día como se ponga que el poder de la mirada de Jesús de la Sentencia no hay inclemencia que pueda con ella. El Martes Santo se concentró en apenas un suspiro de reloj. Y hasta entonces los palcos no eran más que elementos decorativos de una ciudad que vivía un día cualquiera por el centro. Y era Martes Santo. La decisión de cada cofradía de retrasar su salida provocó que la jornada se retrase en su conjunto una hora. Y todo se ajustó a una noche exprés, con algún retraso en el recorrido.

La gente, con más ganas que horas en el tiempo. Con más paraguas que lluvia en el cielo. Con más viento que tranquilidad. Sí llovió, pero el cielo era una pintura más amable que la del Lunes. Era como las motitas de un dálmata. Y alguna tenía agua. De baja intensidad. Y todas las cofradías tuvieron que pasar por el aro para hacer la estación de penitencia. 

Dio la sensación de ganar todos los metros posibles por cada chicotá. Y más aún con las de tambor. La estación de penitencia de los costaleros valientes. El bombo, izquierdo, el bombo, izquierdo. Así, sin parar de soñar con los ojos cerrados. No fue el Martes Santo más corto porque ya se sabe cómo se las gastan las pandemias. 

Era Martes Santo en Pérez Cubillas. Una de las salidas de barrio que esperó como nunca pero que estuvo como siempre. Nada se puede comparar a los primeros compases de la que ya es una fotografía tradicional. Y este año inusual. Más de tres horas retrasó la Hermandad su salida, a sabiendas de lo que ocurrió la jornada anterior. Y la imagen de un cortejo que se enriquece cada año, que muestra en los niños un gran patrimonio de amor, que es el mejor futuro para la salud de una cofradía. Aunque la sentencia es fácil cuando te miran esos ojos verdes. Para los hermanos y para Huelva. La ovación en Carrera Oficial retumbó a lo largo y ancho. Y de norte a sur en el un momento en el que la lluvia apareció 5 minutos con intensidad. 

Solo fue eso. Cinco minutos. Cinco minutos, eso sí, en los que el corazón casi no responde en San Pedro. Una abarrotada Plaza que miró al cielo con un enfado de otro mundo. Y el Cristo, en mitad de Santa Fe. Y el palio, aguantando para salir. Y salió. Lo hizo como lo hace una Madre, elegante tras su Hijo, camino del Calvario. Y Huelva miró hacia arriba. Y solo pudo ser para buscar refugio. Como el que mira al cielo acordándose de su abuela porque la cara de la Virgen es un calco a unos rasgos que no se olvidan porque son innatos. Es la raíz de todo. 

En San Sebastián también se agarraron los paraguas cuando las gotas caían en el negro de los hábitos. Cesó. Y el camino del Señor, en su Cruz, siguió su paso fúnebre por una Huelva acompasada a lo que Él pedía sobre ese monte de lirios morados. A lo que pedía y Huelva se lo daba. Como a esa Virgen del Valle, que entra como un zarpazo al corazón cuando sale a la calle cada Martes Santo. Esta vez, en su saya la insignia de plata del Colegio de Abogados y la medalla al Mérito de la Abogacía que se le concedió a Juan José Domínguez, que fue decano del ICAH durante tres décadas y hermano mayor de Estudiantes durante 16 años. Por él, esté donde esté junto a la Virgen del Valle. 

Las Colonias se volvió a vestir de gala. Era Martes Santo y la Virgen de los Dolores cruzaba de nuevo ese dintel que tantas emociones reparte entre los vecinos. La Sagrada Lanzada, delante. Un misterio con una nueva canastilla dorada que era una delicia al caer la noche por el Paseo de la Independencia. Se iba la luz, y prácticamente comenzaba este Martes Santo. Apenas un suspiro. En el que solo cabe Dios.  

Era Martes Santo en Huelva y la pasión por ese Cristo que andaba por Santa Fe era incontrolable. Contra el corazón no se puede luchar. Y eso que late proporcionalmente a la inversa de como anda el Señor. Él lo hace Corto. Muy corto. No cabe más Huelva en este cuadro. La calle y Jesús de la Pasión. Y se acabó. Da igual que ande corto. El corazón nunca llega tarde.

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