Semana Santa

Sinfonía de dos Reinas: Victoria y Esperanza

  • La jornada mariana llenó las calles de un público deseoso de cofradías que volvió a sufrir las altas temperaturas El Prendimiento y la Santa Cruz, el contrapunto por las calles del barrio de la Merced

HUELVA se vistió de Esperanza y Victoria, sus dos devociones marianas de la Semana Santa que tienen ese pellizco tan especial que se refleja en las calles llenas al caminar de sus pasos de palio.

El Polvorín se puso sus mejores galas y planta alfombra para esa salida que desde el templo lleva a la cofradía hasta la Plaza de España, para salir a la alameda por el arco del Barrio Obrero.

Los penitentes de la Victoria tenían el mismo color del cielo de Huelva. Un azul intenso, de una jornada que sigue la misma tónica de estos días anteriores de un sol abrasador y de altas temperaturas, aunque algo menos que ayer. El termómetro aquí arriba marcaba 27 grados, unos nueve grados menos que en la jornada del martes. Pero seguía haciendo mucho calor. Los costaleros del paso del Señor de la Humildad salían de debajo del paso empapados, como si fuera un Lunes de Rocío lo hacían de debajo del paso de la Señora, quizás el acebuche en cucha sombra se refugiaba muchas personas nos hacía recordar la aldea almonteña. Se levantaron los faldones del paso de la Humildad, el único frescor que podía entrar porque como ya hemos dicho no está inventado -por ahora- el aire acondicionado bajo los pasos. En su defecto muchos abanicos y la oportunidad con los faldones arriba de ver cómo de bien anda una cuadrilla de costaleros como la que mandan en la Humildad. Ayer fue un día de emociones y recuerdo de costaleros. En la Victoria a Luis Rodríguez El Macaco, cofrade del Polvorín que lo entregó todo bajo los pasos, cuando estos los llevaban los costaleros de Huelva, antes de los hermanos costaleros de cuya cuadrilla fue el primero. Bajo el paso lo dio todo y por eso se le dedicó una levantá, lo mismo que lucía un lazo negro.

En la Expiración también el recuerdo a un hermano costalero de San Francisco, Antonio Martín Infantes, que ha fallecido no hace mucho. Le dedicaron la levantá y bajo el paso iba su hijo Antonio. Un momento de justo recuerdo y de emoción para todos.

La Victoria se paseó por el Barrio Obrero y añadió su color a las casas. Apareció a las seis de la tarde a ese balcón en el que se divisa la Plaza de España para bajar por un paseo que lleva su nombre. Treinta minutos de gloria, entre el Dios te Salve de la marcha coreado por las cientos de personas que le acompañaban. En esta cuesta, un suspiro ante el azulejo de la Victoria y la cuadrilla respira. Bajó como tiene que bajar al encuentro de Huelva y quedar clavados los cuatro zancos delante del arco del Barrio Obrero, al que le falta la corona que lo remataba en recuerdo de la Reina Victoria Eugenia, que le da nombre y comparte en ese momento la realeza con la Virgen de la Victoria, sobre cuyo paso quedaba ayer como grabado el nombre de reina gracias a la sombra que se proyectaba sobre el bordado de las bambalinas.

En paso del palio iba desde la salida Enrique Rodríguez Peguero, miembro de la gestora de la Hermandad de la Cinta. Muchos guiños a La Cinta tiene el día, la cruz de guía de la Santa Cruz que reproduce la de los ángeles del santuario, lo mismo que tiene la espadaña que marca la salida de la Esperanza. Sin olvidar a cofradía con el recorrido más largo que viene justo del mismo sitio del Humilladero de la Cinta.

Mientras, la Esperanza se iba haciendo con las calles del centro en ese itinerario que le lleva hasta la Gran Vía y que ofrece estampas como la cruz de guía en cardenal Cisneros esperando a que su palio se adentro en Berdigón para seguir caminando hacia Pérez Carasa, luego hacia la calle Rábida donde se sitúa detrás del palio de la Victoria.

La Esperanza desembocaba por Santa Ángela de la Cruz al encuentro con antiguos moradores del Brasil Grande. En poco espacio las dos advocaciones marianas del día, que habían pasado por las Hermanas de la Cruz.

El de este año fue especial, pues desde el pasado mes de octubre hay un azulejo de la Virgen de la Esperanza que recuerdan junto a ella a aquellos vecinos que vivían en la otra esquina de la antigua calle Enmedio y que ahora se reúnen aquí donde desemboca el palio de la Esperanza. Como dijo Antonio Toscano las tradiciones se hacen con los hijos, nietos y biznietos de devotos que siguen el amor que les inculcaron por la cofradía. Luego llegó Ella, la que se anunciaba con piropos en los faldones de los balcones del hotel Tartessos: Esperanza de huelva, La más bella flor, Ancla salvadora... La emoción la puso la saeta de Manuel Encuentro y el recuerdo por su ausencia significativa en este lugar de Eduardo Hernández Garrocho, que se despidió de la saeta en la exaltación que organizan Huelva Información e Hipercor. Una lluvia de pétalos y la alegría de Campanilleros despedían a Reina de San Francisco entre aplausos y vivas.

En la Plaza de la Merced se vive la cercanía de las otras dos cofradías del día. El Prendimiento que viene del Carmen extiende su cortejo por el Paseo de la Independencia hacia San José. La Santa Cruz ya está por Vázquez Limón. Cuando se habla de contrastes de la Semana Santa, este es el más claro y a la vez hermoso. Mientras se escuchan los tambores adelantados de la cruz de guía del Prendimiento y algo después a la Agrupación Musical de la Santa Cruz, en la Santa Cruz es la música de los violines.

El Miércoles Santo encontraba la caída de la tarde ya en la Carrera Oficial, donde la participación sigue siendo masiva como en las calles de los alrededores.

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