Es muy difícil resumir en una palabra lo que significó el 2019 para el Recreativo, pues la despedida del año dejó un amargo sabor a doce meses que hicieron sentir emociones muy contrapuestas a todo el recreativismo. El año se había iniciado con la apuesta total del Ayuntamiento de salvaguardar el futuro del club con una inyección económica que puso fin a los problemas de impagos con los que se habían vivido los últimos meses de 2018, pero la autonomía del club no fue patente hasta que la propiedad logró llegar a un acuerdo con Eurosamop a principios de febrero para recuperar la gestión de la entidad albiazul por completo.

Precisamente la estabilidad institucional llegó acompañada de unos resultados inmejorables. El Recre inició el 2019 con una leve mejoría, pero muy lejos de las posiciones que daban derecho a soñar. Sin embargo, el cuadro de José María Salmerón tomó una línea victoriosa que le sirvió para firmar una racha de 22 encuentros sin perder, la mejor de toda su longeva historia. Ese hito le sirvió al Decano para firmar una épica remontada que le convirtió en campeón del Grupo IV de Segunda División B y que le dejaba a solo dos partidos de abandonar el pozo de la categoría de bronce y retornar al fútbol profesional.

Pero el Recre está condenado al sufrimiento y en la última media hora del encuentro de ida ante el Fuenlabrada cosechó un 3-0 en contra que hacía casi imposible su regreso a Segunda División B. Esa derrota, no obstante, fue una nueva semilla para la recremanía, que vivió siete días de desbordante ilusión creyendo en el milagro de la remontada, que comenzó con un multitudinario recibimiento al equipo a su llegada del Fernando Torres. En el encuentro de vuelta el Recre no pudo pasar del empate (1-1) y se vio obligado a buscar el ascenso por la vía más larga.

Su siguiente rival fue el Mirandés, pero, en ese momento, era el propio decano su principal adversario. Los burgaleses vencieron 1-0 en la ida en un encuentro en el que el Recre mereció más, por lo que todo quedaba abierto para la vuelta. En Huelva el más cruel de los destinos aguardaba una vez más a los albiazules, que cayeron eliminados en el descuento con el, ya famoso, gol de Paris.

Fue el inicio de un nuevo ciclo. El director deportivo Óscar Carazo, el técnico José María Salmerón y la mayoría de jugadores de la plantilla decidió emprender un nuevo destino y el Recreativo tuvo que reconstruirse prácticamente desde los cimientos. Juan Antonio Zamora tomó los mandos de la secretaria técnica y Alberto Monteagudo fue el técnico elegido para comandar la nave albiazul en la presente campaña. Decidieron continuar en el barco recreativista el capitán Diego Jiménez, Alberto Quiles y Carlos Fernández, aunque el jiennense se marchó tras renovar en las últimas horas del mercado de verano.

El comienzo del ejercicio fue ilusionante, pero el Recre sumaría después nueve jornadas sin ganar que le llevaron a rondar la zona de descenso. Todo ello mientras se preparaba para celebrar su 130 aniversario. La presentación de la zamarra, el monumento a la afición, la vuelta de Luzardo... Y siete puntos de los últimos 9 permitieron un adiós mucho más agradable a un año que pudo ser el del regreso al del fútbol profesional, pero que se quedó en una muesca más, y gracias, para el Abuelo.