Provincia

La herida abierta del Islamar III

  • El valverdeño Fernando Arroyo ultima un documental sobre la tragedia del 11 de agosto de 1984, una cinta con vocación de homenajear a los hombres del mar

Treinta años, con sus interminables noches y días de vidas truncadas por el inabarcable dolor del vacío que dejaron los que se perdieron en la mar para siempre. Treinta años se cumplen mañana de la tragedia del Islamar III, el hundimiento del pesquero de Isla Cristina que se llevó por delante la vida de 26 marineros y del que sólo sobrevivieron dos.

Ahora, el valverdeño Fernando Arroyo retoma la historia como símbolo de su tributo audiovisual a la gente que vive de la mar. El director, publicista criado en Punta Umbría al que siempre le fascinó el universo pesquero -tan bello como plagado de sinsabores-, ultima el documental Islamar Tercero. Herida abierta, con el que pretende llegar a un público mayoritario para que tome conciencia de los peligros del mar, de sus sueldos míseros y sus jornadas laborales interminables por las que la mayoría de los implicados apenas gana un jornal de supervivencia. "Quiero que alguien de Badajoz o de Valverde mismo que vaya a una superficie comercial a comprar un kilo de caballas no piense que cuesta caro, sino todo lo contrario, que prácticamente es un regalo", precisa a Huelva Información.

Sólo tenía seis años cuando aconteció el naufragio, el peor accidente en el mar sufrido por un pesquero en toda la historia de España. Pero aquellas imágenes impactantes de entonces, las de uno de los náufragos bajando de un helicóptero o las de las mujeres de luto llorando por sus muertos, se han quedado grabadas a fuego en su memoria. En enero se puso manos a la obra para dar forma a una historia que rehuye de "entrar en temas escabrosos" pero que da voz a una buena representación de los afectados, cada uno de ellos con su verdad, sus lágrimas, sus recelos y sus derrotas.

Comenzará el documental con un prólogo del periodista onubense Jesús Hermida, quien también perdió a su padre en el mar. Y proseguirá, por orden cronológico, narrando la historia del hundimiento, de los rescates y del dolor que todavía pervive en los protagonistas. "La historia es sencilla: hubo un corrimiento de la carga (sardinas a granel) y el barco se fue al fondo" en un lugar del Atlántico, entre la costa africana y las Islas Canarias, narra Arroyo. El pesquero no llevaba radio baliza ni funcionaron los salvavidas. Tampoco se emprendieron las labores de rescate hasta tres días después del naufragio, ya que se creía que su desaparición atendía a un secuestro del Frente Polisario. Los marineros utilizaron los corchos de las redes como soporte para flotar en el agua. "Me he enterado de cómo murieron, pero he querido ser muy respetuoso con las víctimas sin entrar en demasiados detalles", indica el director.

El título de su primer documental propio -ha trabajo en otros por encargo- era provisional, pero finalmente concluyó que no puede ser más acertado: "La investigación, hablar con las viudas o con los supervivientes, ha sido muy difícil porque los sentimientos siguen estando a flor de piel treinta años después". Entrevistó a una de las viudas, Juani Zamorano, de la que le impactó "que siguiera llorando desconsoladamente". Como el primer día.

Los convenció para que hablaran confesándoles que "quiero que la gente valore la vida de la gente del mar", con el Islamar III como estandarte. "No busco culpables".

De su investigación plagada de escollos -ni siquiera existe una asociación que aúne a las víctimas- se queda con varios momentos que le han dejado huella. En primer lugar, con la crónica de los que se creían al borde de la muerte y regresaron a la vida.

El hilo conductor del documental es José Martín Lozano, el primero de los supervivientes, que va hilvanando el relato con sus descarnadas manifestaciones. "Llegué al pacto con él de que no contase nada de lo que ocurrió en la balsa, desde donde vio hundirse a muchos de sus compañeros", añade Arroyo.

Recuerda especialmente el momento del rescate: "Nos dijo que se quedó dormido, ya agotado, y notó presión sobre el pecho. Era una gaviota y no tenía fuerzas para espantarla. Entonces oyó el ruido de un motor. No tenía fuerza en el cuello, así que tuvo que tirarse del pelo para levantar un poco la cabeza y ver que lo habían visto desde otro barco, el congelador Nache, que lo salvó". Al segundo de los tripulantes con vida, Pedro López Beltrán, "desistí de entrevistarlo porque el hombre sufría mucho: hay que tener en cuenta que él además perdió a sus dos hermanos, Lázaro y Rafael".

Entre los impactos más potentes del rodaje, los testimonios de las madres y la viudas de los fallecidos y los desaparecidos. Una de ellas le contó cómo "cuando dijeron que el primer superviviente era José Martín lo celebró porque creía que era su marido". Pero no. Su esposo no era Martín Lozano, sino Martín Gutiérrez. Fernando Arroyo subraya también un episodio con presencia en el documental y que aconteció el 15 de agosto del 84, en el entierro de los cuatro marineros cuyos cadáveres sí fueron hallados. "Se corrió la voz de que habían aparecido otros 11 con vida y aquello se convirtió casi en una fiesta, con el cura teniendo que pedir respeto para los fallecidos". Finalmente se confirmó que no era más que un desafortunado rumor.

En la cinta participan periodistas que dieron cobertura al suceso en la época, como Rosa Montero, Antonio Manfredi, Manolo Martín o Rafael Terán y se incluyen fotografías de Mugruza. También están presentes el propietario de Usisa, Juan Vázquez, que era armador del Islamar III; el entonces alcalde de Isla Cristina, Enrique Nárdiz, o el párroco Manuel Gómez. Un homenaje íntegro a 30 años de herida abierta.

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