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Los vecinos de Aroche entregan más de un millar de firmas en el obispado para que no trasladen a su párroco

  • Acompañados por el alcalde de la localidad piden que reconsideren la decisión de trasladar a su párroco don Jesús Rafael Eyama Achama

El alcalde de Aroche, Antonio Muñiz,  junto al párroco Jesús Rafael Eyama

El alcalde de Aroche, Antonio Muñiz, junto al párroco Jesús Rafael Eyama / H.I.

El padre Jesús Rafael, que en su día fue noticia de forma injusta durante la pandemia por su positivo en Covid-19, cuenta con el cariño de todo el pueblo. Su carácter tranquilo y afable ha conectado perfectamente con la idiosincrasia de la localidad desde su llegada, manteniendo una relación inmejorable con todas las instituciones y sus gentes. De ahí que la noticia de su partida cayera como un enorme jarro de agua fría entre feligreses y vecinos en general.

De hecho, la iniciativa de la recogida de firmas realizada no ha partido de personas vinculadas asiduamente a la parroquia sino de personas que tienen una relación no tan próxima a la misma. Lo que le da más valor si cabe y manifiesta el gran cariño que el pueblo siente hacia su párroco.

Los vecinos entienden que merecen un sacerdote titular que viva en la localidad y que pueda, desde ahí, atender otras realidades pastorales de la diócesis. La vida parroquial de Aroche es exigente porque cuenta con muchos y variados grupos que requieren una atención continua: catequesis, hermandades, liturgia, coro, cáritas, pastoral de enfermos, etcétera.

Aroche es el tercer núcleo poblacional de la Sierra con más de 3.000 habitantes, por lo que no se entiende la decisión de dejar sin un párroco permanente al pueblo. Ahora que sus ciudadanos sentían que lo habían encontrado, aparece esta decisión, a todas luces, bastante injusta e incomprensible.

El párroco titular nombrado para Aroche es don José Ángel Romero Pérez que tiene también la titularidad de las parroquias de Rosal de la Frontera, Cortegana y Las Cefiñas. Y queda como párroco adscrito don Juan Antonio Ruiz Artola.

Los parroquianos saben que la responsabilidad va a recaer fundamentalmente en don Juan Antonio. Un hombre mayor que debido a su edad y a su frágil salud no está en condiciones de asumir un volumen de trabajo tan intenso y mucho menos caminar por las calles empinadas del pueblo.

Don José Ángel, a pesar de ser un sacerdote joven, cuenta con muchas realidades que atender las cuales tendrá que conciliar con sus estudios de licenciatura que lo van a mantener fuera de Cortegana tres días en semana. Estamos hablando de más de 10.000 habitantes, en una zona de gran dispersión geográfica y con una población envejecida que va a quedar muy desatendida a nivel pastoral. Motivos que bien justifican la movilización ciudadana que ha tenido lugar según sus impulsores.

Todas estas preocupaciones fueron expuestas en la reunión que tuvo lugar el martes en el obispado. El vicario general, con una actitud amable y empática, hizo acopio de las mismas y manifestó que son conocedores de la situación generada y que trasladaría a don Santiago todo lo expuesto con el fin de tomar una decisión que dé solución al problema.

Estas palabras tranquilizaron al grupo que se desplazó a la capital, pero también entienden que no cuentan con mucho tiempo porque a finales de agosto don Jesús tiene prevista la toma de posesión en su nueva parroquia. Siendo conscientes de las dificultades que tiene el señor obispo para distribuir al clero por el mapa de la provincia debido a la escasez de recursos humanos actual, los vecinos y vecinas de Aroche confían en que se va a tener en cuenta su propuesta y Jesús Rafael continuará con ellos por más tiempo.

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