Obituario

En memoria de Carmelita Carmona, moguereña ejemplar

  • No se va ni se irá nunca todo el cariño que nos has regalado, todo lo que nos has enseñado, viviendo tu vida con la solidaridad y humildad como bandera

Carmelita Carmona.

Carmelita Carmona.

Para este adiós no tengo voz, porque no quiero decirlo, y es que tampoco sabría cómo.

Porque no se le puede decir adiós a todo lo que dejas tuyo en mí, y en todos los que hemos tenido la inmensa suerte de compartirte. Porque no se va ni se irá nunca todo el cariño que nos has regalado, todo lo que nos has enseñado, viviendo tu vida con la solidaridad y humildad como bandera.

Qué suerte, qué tremenda suerte haber tenido semejante abuela, el pilar más grande de la familia más bonita del mundo. Que aunque no en cuerpo, seguirás velando por todos nosotros en alma, igual que has hecho cada minuto que te tuvimos.

Velar por tus hijos, por tus nietos, y por cualquiera en necesidad, abriendo las puertas de tu casa de par en par para que pudiera pasar la alegría más grande.

Carmelita Carmona Carmelita Carmona

Carmelita Carmona

Abu, no sabes cuánto te voy a echar de menos. O quizás sí lo sabes, porque para mí tú siempre sabías todo. Estabas llena de respuestas a las preguntas más difíciles. Y ahora, cada vez que mire al cielo, buscaré en tu luz la respuesta a esta pregunta que duele tanto.

Tus cantos, tus comidas, tus chistes, frases hechas, abrazos infinitos, besos (que no valen dinero), noches de verano esperando a que todos llegásemos, entrando a mi cuarto a echarme una manta por si acaso. Todas esas largas conversaciones donde me contabas resquicios de tu vida, y yo me maravillaba de la mujer que tenía delante. Todos esos “abrígate” por teléfono...

Son tantos los momentos, abu.

Qué suerte que me enseñaste a tener el corazón grande para que quepan todos dentro.

Soy afortunada por haberte conocido, por haber crecido de tu mano, que siempre estuvo ahí para levantarme. Siempre.

Afortunada por saber perfectamente todo lo que abarca el término abuela.

Ay, mi Carmelita Carmona, mi abue, gracias por haberme hecho quien soy. Me quedo con la tranquilidad de haberte dicho te quiero en cada oportunidad que tenía, y con la esperanza de que lo sabías, incluso en los peores momentos.

Sé que ya por fin estás con el amor de tu vida, que te estaba esperando. Dale un abrazo enorme de parte de su raspita, que al final se ha quedado sin espinas.

Descansa, preciosa mía, te quiero.

Y como no pienso decir adiós, robo una de tus frases que, como tantas otras cosas, me guardo para siempre:

Hasta mañana (si Dios quiere).

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios