Me voy… a quedar

La clave de esta chirigota de Sánchez no es si se va o se queda, sino no olvidar que casi nadie le pidió que se quedase

Desde que vi la despedida de la chirigota del Selu Si me pongo pesao me lo dices…, cuando decía que se iba, que no, que sí, que no, que sí, que no, para decir al final que sí, que se iba… a quedar, supe que Pedro Sánchez se quedaba. La vida, como nos enseñó Oscar Wilde, imita al arte.

En cualquier caso, de donde no se vuelve es del ridículo. La maniobra de Sánchez era que la calle le pidiese masivamente que se quedase, para buscar una legitimación populista de sus intentos de amordazar a la prensa y maniatar a los jueces. El clamor popular, sin embargo, ha sido perfectamente descriptible, muy poco transversal. Aun así, Sánchez se queda por ese apoyo masivo que no tuvo pero que él dice o se cree que tuvo, aunque todos sabemos que no. Y esto es la clave: que no nos convenza –a fuerza de repetirlo– de que lo tuvo. No.

¿La vida sigue igual, como cantaba Julio Iglesias? Qué va. Todos se quedan, nadie se va, y los que se quedan, quedan tocados del ala. La jugada de movilización masiva a Sánchez le ha salido rana. Eso implica que tendrá que apretar (más) la mandíbula. Como ha avisado: “Más fuerza sí cabe”.

Normal: no queda al bruxista más que la huida hacia delante de intentar acallar todas las críticas a su persona. Y como la calle ni es suya ni calla, tirará de lo que tiene: el fiscal general y el TC que controla con el mando a distancia de Conde-Pumpido. Pero lo hará de una forma cada vez más desencajada, teniendo en cuenta el chasco y el fiasco (nacional e internacional) que se ha buscado.

Los críticos con Sánchez ¿han de sentirse decepcionados por la aplicación de su manual de resistencia? No. El desgaste político que se ha ocasionado ya es irreversible, por un lado; y por el otro, por caballerosidad democrática, es preferible que Sánchez no se vaya de la cancha por una supuesta lesión muscular, como pudo parecer. Aquí apostamos por la deportividad, por más trampas que Sánchez trate de hacernos. Es bueno para España que se someta al juicio de las urnas y de la opinión pública y que sea derrotado allí. El pueblo soberano tiene derecho a ejercer su poder de análisis y de censura. Y el deber.

Habrá más crispación en estos meses y una pelea a cara de pedro por imponer el relato, pero la verdad ha sido expuesta a los ojos de todos. Nadie duda de que Sánchez siempre pensó quedarse y que hizo este juego para darse un baño de multitudes. Ha sido un daño. Que no sea un apaño.

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