La supervivencia de los ineptos.

La supervivencia de los ineptos. / M.G.

Siempre me arrepentiré de incumplir las reglas en el curso de supervivencia que hice en mi época universitaria. No las seguí yo ni muchos de mis compañeros: escondimos comida en nuestras mochilas porque pensábamos que íbamos a pasar hambre. Dos días y medio de supervivencia en la sierra de Cazorla donde aprendimos a diferenciar las plantas que se podían comer, cocimos una gallina bajo tierra e hicimos carreras de orientación bajo la luz de las estrellas. Lo de dormir al raso no fue fácil, aún sintiéndome rodeada de gente igual de asustada que yo.

Aún así lo que más recuerdo, después de tantos años, es el ardid cometido y por el que no supe aprovechar las enseñanzas que me prestaba la formación. A día de hoy muchas personas pagan un dineral por ir a retiros donde les obligan a seguir una dieta especial para purificar cuerpo y mente.

No lo supe ver: a las doce de la noche estaba escondida detrás de un árbol con dos amigas tomándonos unas chocolatinas; el diente de león y la rúcula silvestre nos habían sabido a poco. Ahora me iría con los ojos cerrados a poner a prueba mi nivel de ineptitud sabiendo que son sólo dos días, por supuesto.

Estamos tan acostumbrados a tener comida y abrigo a demanda que se nos viene el mundo encima cuando pasamos frío o hambre. Yo me pongo de mal humor cuando tengo hambre y siempre llevo una sudadera en el coche o en el bolso porque odio pasar frío. ¿Qué nos está pasando? Estamos blanditos, atontados, sobre estimulados y no sabemos dónde está la estrella polar. El norte lo perdimos hace tiempo, no sabríamos hacer fuego, ni siquiera intentarlo; no diferenciamos una encina de un castaño y bien nos podrían decir cabeza de alcornoque si hablamos de supervivencia en el medio natural.

No quiere nadie que te veas envuelto en una situación así pero ¿sabrías ayudar a alguien que se está atragantando? ¿Conoces el protocolo para realizar una reanimación cardiopulmonar (RCP) a una persona que ha perdido el conocimiento? Si sigues echando alcohol o agua oxigenada en las heridas deberías ponerte al día. Lo de poner tiritas es fácil pero si la cosa se tuerce me gustaría tener al lado a alguien que sepa cómo actuar.

Tengo dos amigos que se compraron una mochila preparada con todo lo necesario por si hubiera un tsunami: lo único que nos salva de esto es que nos pille en Cuenca visitando la catedral de Santa María y San Julián.

Lo de la mochila no está de más pero estaría bien que aprendiéramos a cuidar de nosotros y de los demás en situaciones de peligro. Una chica de 14 años me cuenta que en el cole le enseñaron algo de primeros auxilios pero no se acuerda de mucho.Llevar en el coche agua, algo de comida, un chubasquero y una linterna puede ser de mucha ayuda igual que poder orientarse sin usar el Maps. Saber cómo actuar en determinadas situaciones puede salvar vidas porque no siempre hay un médico en la sala. Y anímate a viajar al interior, por si llega el tsunami.

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