
La firma
Antonio Fernández Jurado
“Y tú, más”
La ciudad y los días
De forma parecida debieron mirar Timoleón a Timófanes, Nerón a Petronio y a Séneca, Antonio a Cicerón, Ricardo III a los príncipes Eduardo y Ricardo, Enrique VIII a Cromwell, Robespierre a Danton y la Cabarrús y Tallien a Robespierre. Hay miradas que son adioses, condenas, invitación a exilios. Miradas de Gorgona que petrifican y gestos que hielan con el poder de la Elsa de Frozen.
El no encuentro entre Cerdán y Sánchez, el gesto abortado de la mano del primero que iba a posarse amistosamente en la espalda del segundo, el breve giro de cabeza de Sánchez y la mirada que dirige a Cerdán, es uno de esos momentos que definen una situación, una relación y una personalidad. Si la vida real tuviera banda sonora se habría oído a Lole cantar “y tu mirá se me clava en los ojos como una espá” mientras Cerdán se quedaba como Polidectes y su corte después que Perseo les mostrara la cabeza cortada de la Gorgona. Algo sabían antes de que se hiciera público. Definen muy bien el momento que vivimos estas imágenes. Inma Carretero, micrófono indiscreto de por medio, lo sintetizó bien: “Es que están perdidísimos”.
Y resulta que se hundió hasta la empuñadura el cuchillo de la mirada y que la mirá se clavó en los ojos, no como una espá, sino como un estoque de descabellar. A las 15:50 Cerdán renunciaba al cargo de secretario de Organización del PSOE y dejaba su acta de diputado. A las 16:03 Cerdán hacía público un comunicado insistiendo en su inocencia afirmando que había actuado “en defensa de este partido al que tanto debe este país, y de este Gobierno”. A las 17:35 comparecía Sánchez en la sede del PSOE. Pidió perdón y mostró su decepción con el estudiado gesto compungido del enterrador de Lucky Luke. Encapsuló al Gobierno, que nada tiene que ver con esto. Se encapsuló a sí mismo, que no sabía nada hasta ayer por la mañana (ningún dócil periodista le preguntó por el saludo negado y la mirada de Gorgona). No convocará elecciones y resistirá hasta 2027 y más allá (anunciando que se presentará como candidato) porque España y el progreso le necesitan. Arrojó pellas de barro al PP. Y se fue. Oyéndolo percibí el eco de lo que los más acérrimos franquistas decían para exculpar a Franco cuando algún jerarca mangaba o algún escándalo se susurraba: “Si el Caudillo lo supiera…”.
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