Huelva se entrega a la Esperanza en su procesión extraordinaria
El recorrido guio a los onubenses hasta los lugares más emblemáticos en la historia de la fe a la Virgen

Huelva/La calle de la Esperanza se hacía estrecha ante la gente que se agolpaba a ambos lados para ver la procesión extraordinaria de la Virgen de la Esperanza en Huelva por el 25 aniversario de la Coronación Canónica. Durante la espera de quienes habían acudido con tiempo los abanicos se convirtieron en los más fieles aliados para combatir el bochorno de las últimas horas de la tarde, pero nada les movía de allí, donde permanecían con la vista puesta en la Iglesia.
Puntual con el reloj marcando las 20:00, las puertas del templo se abrieron y todos dirigieron sus miradas al portón, provocando el aplauso generalizado de los allí presentes. Pasaron unos minutos que parecieron eternos, pero en cuanto se dejó entrever el paso procesional, un aplauso espontáneo, intenso y sentido estalló entre los presentes. Era la señal: la Esperanza salía a la calle. La Virgen cruzaba el marco de la Iglesia cayendo sobre ella una lluvia de pétalos rojos desde los balcones más cercanos que se encontraban a rebosar. "¡Viva la Reina de Huelva!", "Esperanza, ¡guapa!". Los vivas, aplausos y vítores se sucedían sin parar en los primeros metros de procesión de la Virgen que, arropada por la manta de devotos que la esperaban, comenzaba a avanzar decidida en un recorrido en el que sintió en todo momento el calor y cariño de Huelva.

Tan solo hicieron falta los primeros pasos para quebrar el alma de muchos que la esperaban con el corazón en un puño. Algunos no pudieron contener la emoción de verla. Varias personas sacaron sus pañuelos para detener las lágrimas que se habían abierto paso al ver a la Virgen en la calle. Otros, sin embargo, dejaron que la emoción les desbordarse demostrando que para ellos lo más grande es su Esperanza y que sus lágrimas eran de amor, de agradecimiento, de recuerdos, de promesas cumplidas o por cumplir. El vaivén del palio dibujaba un baile que hipnotizaba y que ofrecía una imagen casi mágica avanzando hacia el sol que bañaba el momento. La atmósfera se impregnaba de fe, de emoción contenida y de una devoción que se palpaba en cada mirada hacia la Esperanza.
Apenas comenzaba a girar la primera esquina, muchos rodeaban el templo para intentar llegar a coger sitio en la calle Santa María, donde ha tenido lugar uno de los momentos más esperados de la procesión: la bendición de La despensa de la Esperanza. El capellán Don Longinos Abengózar pedía que acercasen a la Virgen para poder bendecir el almacén que en 1978 la acogió cuando más lo necesitaba, cuando no tenía nada. La Esperanza se aproximó a la puerta, donde Don Longinos, asistido por el diácono Manuel Díaz, efectuó la bendición esparciendo el agua bendita por el interior del economato. Conmemorando este momento se descubrió una placa conmemorativa que será desde este sábado testigo de este emotivo hito para la Hermandad adquiría este almacén y lo dejaba en manos de las Hermanas de la Cruz, hacia cuyo convento se dirigió posteriormente la Virgen.

La Plaza Niña desaparecía entre la marea de personas que esperaban ver pasar a la Esperanza. La procesión se detuvo a las puertas del convento de las Hermanas de la Cruz que ya la esperaban con las puertas abiertas para entonarle una canción a varias voces que hizo callar el murmullo de la calle. Del paso acercaron a las Hermanas un centro de flores con 17 rosas, una por cada una de ellas, y que la Virgen llevaba a sus pies hasta ese momento para entregárselas. La Esperanza se despedía de las Hermanas bajo una nueva petalada.
La Esperanza seguía así hacia el Hotel Tartessos, antiguo Hotel Brasil que actualmente permanece vivo en el recuerdo de Huelva. La que fue la casa de los más fieles devotos de la Virgen esperaba a rebosar la su llegada. Hasta las plantas de la Esperanza viajaba un ramo con más de 80 historia que le llevan los descendientes de los antiguos vecinos del Brasil. Un grupo de mujeres cantaron por fandangos a la Esperanza frente al hotel arrancando las palmas de los presentes. Entre 'guapas', vivas, flores y pétalos se marchaba la Esperanza del antiguo Brasil para continuar su recorrido hacia el Ayuntamiento de Huelva.

La amplia Plaza de la Constitución se quedaba pequeña para albergar a todos los onubenses que querían seguir la estela de la Esperanza. A las puertas del consistorio, iluminado con un resplandor verde intenso la procesión hizo una nueva parada. Frente a la Virgen no faltó Pedro Rodríguez, el que fuese alcalde de la capital hace ya un cuarto de siglo, cuando el Ayuntamiento tuvo el honor de ser padrino de la Coronación Canónica de la Virgen. Fue el propio Rodríguez el que dio el último golpe para una levantá en su honor y la de su familia.
Arropada por un mar de onubenses que no se separaba de ella, la procesión llegaba hasta la Plaza de las Monjas, lugar donde hace 25 años, un 3 de junio de 2000, se coronaba a la Virgen de la Esperanza. Tras pasar por este lugar que durante esta sábado tenía un ambiente más especial y emotivo, Huelva siguió acompañando a su Esperanza que enfilaba la calle Vázquel Lópes para regresar a su templo sellando una procesión que ha quedado para siempre en el recuerdo de los onubenses.
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