Menos riña y más explicaciones

Es normal que las noticias que aparecen sobre el coronavirus provoquen desconfianza

Resulta interesante observar cómo reaccionan las sociedades y cómo son los comportamientos humanos ante determinados acontecimientos, como en las epidemias. Tenemos datos históricos sorprendentes y curiosos sobre las causas formuladas, explicaciones religiosas, culpando del hecho a lo horrorosamente pecadores que somos; astrológicas, por la conjunción de diversos planetas; colgarle el sambenito a un grupo concreto, como en la Peste negra a los judíos, etc. También sobre la terapéutica recomendada, como plegarias y rezos en las iglesias, lo que facilita su expansión; no yacer con mujer, ¡el peligroso pecado carnal!; y otras. En estos tiempos de avances científicos y tecnológicos se puede pensar que lo anterior se ha superado. En realidad, solo en parte; además, algunas actitudes y conductas simplemente se han transformado. Así, en cuanto a las causas del coronavirus se ha responsabilizado a Bill Gates; a los medios afirmando que se lo han inventado; y a dar crédito a otras teorías conspirativas. Por otro lado, se han difundido remedios para su curación y vacunas absolutamente falsos; sin embargo, muchos los aceptan por la proclividad existente a creerse los bulos que circulan por internet. Asimismo, ha habido discriminaciones hacia personas de origen chino. Vamos, que hemos cambiado pero no tanto. No obstante, en esto habría que pegarle un tirón de orejas a las administraciones e instituciones sanitarias porque en lo que más inciden es en decir que estemos tranquilos y en que no hay motivos para una psicosis colectiva. Realmente tienen razón, pero deben admitir que ante noticias sobre el confinamiento de millones de personas, construcciones de hospitales a marchas forzadas, desinfección completa de aviones, cierre de fronteras, no asistencias de empresas a congresos importantes, etc. -medidas, por cierto, no realizadas con gripes que presentan una mayor mortalidad- es normal que provoquen desconfianza en la transparencia informativa y en la aparición, al menos, de una cierta preocupación. Las intervenciones de dichas administraciones deberían acentuar el énfasis en las medidas preventivas -higiene de las manos, distanciarse a un metro aproximadamente de personas infectadas, utilizar pañuelos desechables, desviar la cabeza hacia el codo si se estornuda…-; explicar los síntomas claramente, sin jerga médica; e indicar qué hacer si se presentan síntomas. Fácil, verdad, pero parece que les es más atrayente lo de la riña porque les da más sensación de dominio.

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