Antonio Palacios Esteban / /

En respuesta al artículo de Víctor Rodríguez

EN el artículo firmado por don Víctor Rodríguez y publicado en la edición de este diario del domingo, 8 de febrero, se citan textualmente unas declaraciones realizadas por mí, en calidad de consejero delegado de Ence, en el acto de recepción de la Medalla de Oro de la Provincia otorgada a dicha sociedad por la Diputación Provincial de Huelva en el año 2010. En él se me imputa haber faltado a la verdad con el fin de hacer mofa de colectivos importantes de la actividad económica de la provincia.

Efectivamente, en el artículo citado, don Víctor requiere a la Diputación Provincial para que "haga rectificar a ese Antonio Palacios que se ha reído de sus trabajadores (de Ence), jornaleros, transportistas y dueños de fincas forestales que vivían de la celulosa". Aprovecho para ponerme a disposición de la Diputación, y de quien lo solicite, para ofrecer las explicaciones, que paso a resumir a continuación, sobre las citadas declaraciones.

Ence se comprometió en el año 2010 a construir en los terrenos de la fábrica de San Juan del Puerto una planta de generación eléctrica a partir de fuente renovable de biomasa con una capacidad de 50 MW, similar a la necesaria para abastecer con energía eléctrica renovable a una ciudad del tamaño de Huelva. Tal decisión se amparaba, entre otras muchas consideraciones, en un contexto de una regulación legal tendente a incentivar la generación de este tipo de energía renovable. La planta, con un coste de inversión de aproximadamente 135 millones de euros, entró definitivamente en funcionamiento en el año 2012, proporcionando ocupación a 950 trabajadores, directos e indirectos.

Esta última cifra incluye los empleos creados en el sector forestal. Pero aun siendo esto importante, más lo eran los efectos de la puesta en marcha de la planta sobre el desarrollo de la industria de la madera de la provincia, consecuencia de la enorme ampliación en la demanda de biomasa en sus diferentes modalidades. Por ello, y entre otras múltiples acciones, en el marco de la colaboración con las instituciones locales y provinciales, Ence firmó en dicho año 2010 un convenio con la Junta de Andalucía al objeto de intensificar la cooperación en el desarrollo forestal de la provincia. Colaboración que se consideraba indispensable para mejorar e incrementar la actividad de algunos de los colectivos que se mencionan en el artículo, al verse potencialmente ampliada, de forma muy significativa, la demanda de sus servicios y productos forestales aptos para la generación de biomasa.

A través del mencionado efecto sobre la industria forestal de la provincia, la construcción de la planta de biomasa perseguía, a su vez, proteger la actividad tradicional de producción de celulosa de la fábrica de San Juan del Puerto contra las fuertes presiones competitivas de carácter global que sufría y siguió sufriendo esta industria, lo que le obliga a una permanente mejora en la eficiencia, seguridad y productividad de las fábricas. En la misma dirección colaboraba el mantenimiento de la propiedad, por parte de Ence, de una importante masa de plantaciones forestales productivas en Uruguay, capaces de complementar el suministro de madera necesario para la producción de celulosa.

Se puede entender que en el año 2010 estas decisiones se tomaban en un entorno económico empresarial difícil. Por ello, y a fin de que Ence fuera capaz de financiar éste y otros proyectos en marcha a lo largo de una parte importante del país, vinculados principalmente con el desarrollo de la generación de energía renovable con biomasa, propuse a la sociedad ejecutar una ampliación de capital por importe de 130 millones de euros. Ampliación que, a pesar de la negativa situación de los mercados de capitales, se llevó a cabo con éxito en el mes de marzo de 2010, contando con el apoyo del mercado y de los socios principales de la entidad.

Espero haber dado cumplida explicación de la justificación de mis declaraciones confirmando el compromiso de Ence con Huelva en el momento en que se llevaron a cabo, haciendo innecesario rectificación alguna, ya que de mis palabras en ningún caso podía desprenderse la intención de "reírse de sus trabajadores (de Ence), jornaleros, transportistas y dueños de fincas forestales que vivían de la celulosa". Más bien, ratifico hoy, después de pasados casi cinco años, que el propósito de las mismas era justamente el contrario al que se le atribuye en el citado artículo.

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