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El militante y el votante socialista para los que representen algo las fechas de agosto de 1972, octubre de 1974, diciembre de 1976 y mayo y septiembre de 1979 como camino hacia una socialdemocracia homologada con las europeas que llevó al PSOE de los 5.371.866 votos y 118 diputados de 1977 a los 5.469.813 votos y 121 diputados de 1979 y los 10.127.392 votos y 202 diputados de 1982, tiene tres posibilidades el 23-J para que su partido vuelva a ser lo que fue como opción de gobierno capaz de aglutinar la izquierda socialdemócrata y el centro izquierda: abstenerse o votar en blanco. Comprendo que la traumática opción de votar por una vez al PP como medida terapéutica para resanar el partido les resulte dificilísima a los militantes y votantes fieles, aunque es más fácil para los votantes ocasionales que van y vienen entre el centro derecha y el centro izquierda y habían encontrado una opción en los difuntos UPyD y Ciudadanos.
En cualquier caso, la única posibilidad de regeneración del PSOE es que Sánchez pierda las elecciones y no logre formar gobierno tras el 23-J, lo que provocaría su inmediata caída, la apertura de esas vías de retorno a la socialdemocracia no radical pedida por los socialistas históricos convocados por el colectivo Fernando de los Ríos y el punto final del sanchismo, perfectamente definido por Alfonso Guerra en su artículo El embrollo electoral: “Abandonar el socialismo liberal que había impregnado la acción del PSOE durante 140 años para substituirlo por una alianza de radicales, populistas, independentistas y herederos del terror significaba un cambio brutal en la tradición y el pensamiento del PSOE… Su política de alianzas, su disparatado e injusto plan de privilegiar al independentismo hasta el paroxismo de hacer desaparecer delitos del Código Penal para beneficiar a los que habían puesto al borde del precipicio a la democracia, le ha hecho objetivo claro de desconfianza y descontento… Lo que se anuncia es la persistencia en el error, es agrupar otra vez a los socios fracasados para ‘detener a un nuevo gobierno de ultraderecha’… Tal vez haya llegado el momento de que los socialistas se interroguen sobre si no será el problema el candidato” (The Objective, 1-6-23).
No se trata de manipular las palabras de grandes nombres del PSOE para hacer el juego a la derecha, sino de dar una posibilidad al partido para que vuelva a ser lo que fue.
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