Los jugadores del Recre celebran uno de los goles conseguidos ante el Algeciras.

Los jugadores del Recre celebran uno de los goles conseguidos ante el Algeciras. / Jorge del Águila

‘El camino’, además del título de la famosa novela del gran Miguel Delibes (yo pierdo pie con la sentimental obra ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ del vallisoletano, la cual recomiendo vivamente), es aquello de lo que el seguidor albiazul medio está disfrutando de lo lindo casi desde que se abrió el telón de la temporada allá por finales del mes de agosto… y hasta la fecha. En más de una ocasión Abel, hoy endiosado hasta con ingeniosos y graciosísimos ‘memes’ y anteayer vilipendiado de esa y de otras mil formas diferentes (nada nuevo, vaya), ha dejado caer lo positivo que es siempre disfrutar del trayecto, del recorrido, de cada partido disputado y no sólo del resultado final, sea el que sea, en junio. No sé si su intención era mandar un mini-recadito, de esos que él lanza con toda la elegancia y educación del mundo (eso es siempre marca de la casa, innegable) por lo sucedido el año pasado y, si fuera el caso, legítimamente lanzado estaría pero, aun teniendo mucha razón es que, míster, fue muy complicado deleitarse con gran parte del juego del pasado por el ‘susto o muerte’ de muchos partidos. Y como en 2ª RFEF o era puerta grande o era enfermería hasta que no pasó usted, junto a todo el equipo, a hombros por la mercedaria Puerta de La Estrella aquí era casi imposible disfrutar de nada. Usted nos perdonará, si tiene a bien.

El caso es que el Decano decidió a final de 2023 asomar la cabeza por la planta dos y medio, ésa -como en el bonito anuncio navideño de los grandes almacenes- que está repleta de fantasía e imaginación… y a ver cómo hacemos ahora para que el recreativista (repito, el recreativista medio, que hay de todo), no se ilusione con lo que allí ve. Entre la zurda de Antonio con pases deliciosos y sus ya habituales golazos (¡cómo está puntaumbrieño!), las delicatesen de Alcalde -la dejada inmóvil a lo torero en Algeciras tuvo todo el arte-, las perlitas del diamante De la Rosa, el temporadón de Rahim, etc., las mariposillas del estómago (sí, esas mismas) empiezan a revolotear juguetoncillas. Como esta vez no hay exigencia obligada general creo que de este camino se pueden sacar mil sonrisas, lo cual nos merecemos y agradecemos. Pero pasito a pasito. Y hoy sí que es paso obligado rendir homenaje a Manolo Guerra; mi adolescencia es sinónimo de seguir al Recre pegado al transistor disfrutando con su inconfundible estilo y su inabarcable cariño por el Decano. Descansa en paz, maestro.

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