De toda la vida que yo recuerde y con todos los respetos, el cobrador más odiado que llamaba a las puertas de las casas - no había otra manera de cobrar - era el de la luz, que, además, te presentaba un recibo siempre incomprensible como un jeroglífico, lo que esencialmente no ha cambiado con el tiempo. Si en esta época el sistema de cobro fuera el de marras no les digo como sería recibido el probo funcionario recaudador. Porque en circunstancias en que cualquier acontecimiento por nimio que sea resulta histórico para los siempre hiperbólicos voceros televisivos, lo es sobre todo para desgracia de todos, mal que nos duela, el precio de la luz. Cada día se nos anuncia como un implacable mal agüero como una maldición irremediable que bate un récord histórico. Y en esta fluctuación al alza son demasiados los días en que se superan esas cifras insólitas, prohibitivas, tremendamente abusivas e intolerables. No para las empresas productoras de electricidad y el gobierno que cada día consiguen mayores beneficios y elevados resultados recaudatorios. Ese es otro récord del que no se habla.

El primer argumento del gobierno defensivo u ofensivo según se mire, es echarle la culpa de todo al anterior. El presidente no lo omite nunca en sus largas peroratas por lo general sin periodistas que pregunten. Olvida su implacable actitud crítica con el gobierno de Rajoy al que acusaba de incrementar el coste del recibo eléctrico un treinta por ciento en cuatro años. Los de Podemos hablaban de "poca vergüenza". Ahora, quienes prometían reducir tan altos precios lo han aumentado en casi un ¡ 217%!, sólo en el último año desde septiembre del año pasado hasta la actualidad. No eran agoreros, como afirmaba el gobierno, quienes en enero pasado anunciaban ya un aumento presuntamente ilimitado del precio de la luz. Y en realidad, se diga lo que se diga y se arguyan pretextos en ocasiones ridículos, los precios se han desorbitado y el erario público ha ido engordando al mismo tiempo, de lo que no se habla en esas declaraciones vacías y pretenciosas del presidente y sus ministros. Una manera muy artera de engrosar los impuestos sin decretar subidas.

Si como se ha publicado el modelo energético usado en España se ha adoptado por razones "estrictamente ideológicas", por mucho que nos lo quieran explicar infinidad de expertos que a diario desfilan por los distintos programas, el ciudadano medio, además de no entenderlo, tiene claro que cada día le cuesta más pagar el recibo. Y lo peor es que las perspectivas no pueden ser más desfavorables. A todo esto un gobierno, elegido para solucionar los problemas del país, algunos de ellos enquistados, ciertamente endémicos, no los ha solucionado sino que los ha agravado de manera patológica. Eso sí no falta una aureola ideológica y otras hábiles maniobras de distracción que, mal que nos pese, suponen una fórmula de supervivencia en una situación de irritación colectiva.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios