No es cosa de niños

La política es compleja, requiere preparación y dedicación, y conviene recorrerla desde abajo

De vez en cuando, alguien se convierte en un líder, sin que la mayoría de la gente supiera previamente nada de él. Es lo ocurrido recientemente con Tito Álvarez entre los taxistas. Desde que comenzaron las manifestaciones del sector su presencia en los medios ha sido habitual y Podemos lo galantea. Por supuesto, estos casos se dan, pero, hoy en día, lo típico va por otro camino. En política, los líderes suelen crearse y modularse; podría decirse que se fabrican. Se les diseña la imagen que se quiere vender y, en base a ella, se les enseña, entre otras cosas, a cómo hablar en público, enfrentarse a situaciones complicadas, elegir el vestuario y hasta a utilizar alguna butade o chiste para facilitar titulares, como sucede con Pedro Sánchez -si no lo saben, les cuento: el gabinete de La Moncloa tiene su asesor en este aspecto, un monologuista y cómico de Paramount, Alfredo Díaz-. A partir de ahí resulta crucial darles proyección pública para procurar su acceso al nivel de poder que se persigue y, de esta forma, rentabilizar toda la inversión realizada en el producto construido con fines políticos o de otra índole. No obstante, todo esto no garantiza el éxito, pues este tiene entre sus propiedades la volubilidad. Evidentemente, si un personaje es ya suficiente famoso el trabajo se reduce mucho pero si no se ha trabajado lo anterior, la posibilidad de fracaso con él aumenta; bien por un abandono fulminante del afamado al ir enterándose de cómo es el patio político o porque, como se dice popularmente, tarda poco en ir metiendo la pata y comienzan a aflorar desilusiones, reproches y rechazo. Sirva de ejemplo Ruth Beitia, una gran deportista, apuesta de Pablo Casado, como cabeza de lista del PP en Cantabria. Ha tardado muy poquito en anunciar que abandona la política tras sus polémicas declaraciones. Ahora Sánchez ha propuesto a Pepu Hernández, exseleccionador nacional de baloncesto, como candidato a la Alcaldía de Madrid por el PSOE quien, que se sepa, no posee la más mínima experiencia política. ¿Que aun así podría hacerlo muy bien si ganase? Es posible, pero el riesgo de que desarrolle una mala gestión no debería despreciarse en absoluto. La política es compleja, requiere preparación, exige una gran dedicación en tiempo y esfuerzo y conviene recorrerla desde abajo; aparte, está la necesidad de fortalecerse anímicamente ante las más que seguras críticas -a veces, descarnadas y crueles- que se recibirán, se haga bien o mal lo que sea. No es cosa de niños.

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