La otra orilla

La cosa más importante de las menos importantes

Faltan menos de siete días para que comience el Mundial de Fútbol de Catar, un país donde los derechos humanos brillan por su ausencia: está prohibida la homosexualidad, las mujeres son arrinconadas y despreciadas y los derechos laborales no existen -han muerto más de cinco mil personas en las obras previas al Mundial-. Multitud de organizaciones comprometidas con los derechos humanos han pedido boicotear el evento y no ver las retransmisiones de los partidos como una forma de protesta contra el régimen catarí y la FIFA.

Este articulista se va a sumar a ese boicot, pese a la dificultad que entraña para un aficionado a este deporte no seguir un Mundial de fútbol. Decía Sachi o Valdano o Galeano que el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes y en la película argentina "El secreto de sus ojos ", un personaje sentencia que uno puede cambiar de trabajo, de casa, de pareja, de partido político, pero nunca de equipo de fútbol. Estas dos afirmaciones explican lo que significa para un aficionado esta actividad humana.

El fútbol tiene un componente atávico, de pertenencia a una comunidad, a un grupo, expresa un sentimiento de grey que no tiene ninguna otra manifestación del ser humano. Un votante de Vox jamás iría a un concierto de Ismael Serrano, ni leería una novela de Almudena Grandes, ni se emocionará ante el Guernica de Picasso ni con las Nanas de la cebolla de Miguel Hernández; sin embargo sí saltaría, se abrazaría y celebraría el gol que convierte a su equipo en campeón de Europa con un votante de Unidas Podemos.

El fútbol está por encima de las ideologías, desata las más altas y las más bajas pasiones; es capaz de lo más épico y de lo más violento y aunque todos sepamos que se ha convertido en un negocio y que el dinero no entiende de humanidad, seguimos sintiéndonos parte de una identidad marcada por el escudo, la camiseta y la bandera de nuestro club. Por eso es bueno que en esta ocasión el fútbol no blanquee a una dictadura, como hizo con la Argentina de Videla. Es bueno que ahora prime la razón y no el corazón y que boicoteemos el Mundial de Catar. Yo prometo hacerlo, aunque si mi selección favorita llega a semifinales me pueda más el forofismo y sucumba al poder hipnótico de la "cosa más importante de las menos importantes ". Soy humano.

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