La otra orilla

JAVIER RDRÍGUEZ

La conjura de los buenos

Ser bueno tiene mala prensa. Existe la creencia extendida de que la amabilidad, la solidaridad, la preocupación por el prójimo, por nuestro barrio, por nuestra ciudad, por nuestro país, por nuestro planeta… son valores ineficientes que van en contra de nuestros intereses. Si me paro a ayudar a una persona herida voy a perder mi preciado tiempo. Si soy currante tengo que andar siempre con el machete para abrirme paso entre la gente que trabaja conmigo y si tengo que pisotearla, hágase, que, en caso contrario, serán tus compañeras y compañeros quienes te pisoteen. Si eres quien manda en la empresa no debes tener piedad con el personal o te comerán por sopa. La protección del medio ambiente, del patrimonio cultural… se entienden como engorrosas trabas que, si es posible, hay que eludir y así crecer económicamente, para que no se detengan esos proyectos tan "importantes"... Quien se guarda el envoltorio vacío hasta que encuentra una papelera es idiota y tirar una colilla de cigarro por la ventana de nuestro coche nos hace subir unos pocos peldaños en prestigio social.

En la cumbre de esta pirámide están esos grandes defraudadores que, no contentos con obtener suculentos beneficios de sus actividades, siempre quieren más y no paran de buscar cómo aumentar sus beneficios, aunque sea anunciando empresas de dudosa ética, en el caso de artistas o deportistas, o a costa del trabajo a precio de saldo o de todas las contaminaciones habidas y por haber, en el caso de las grandes empresas. Entre esos engorros se encuentra el pago de impuestos, así que la factura sin IVA, por favor, y vaya buscándome la manera en la que pueda ahorrarme unos cuantos duros en el IRPF o en el impuesto de sociedades, que las carreteras, la educación y la sanidad se paguen solas o, mejor, que se las pague quien pueda. En el fondo, José Luis Moreno, Messi, Cristiano y demás defraudadores son el modelo a seguir. Frente a ellos tenemos otros modelos que parecen interesar menos, a los que no les va mal, pese a defender el pago de los impuestos y los bienes públicos que estos sostienen, que, de hecho, demuestran que la bondad es beneficiosa, como Miguel Ríos o el futbolista Borja Iglesias que, contracorriente defiende "pagar más [impuestos] y vivir en un país en el que me gusta lo que se hace con ese dinero". Pues eso, más Miguel Ríos y menos José Luis Moreno. Y más buena gente en general. Nos irá mejor.

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