Plantar árboles

13 de julio 2025 - 03:07

Hay un navegador de internet alemán que se planteó el, a priori, loable objetivo de plantar millones de árboles vinculados, eso sí, a usar su plataforma. La iniciativa nos puede resultar alentadora: empresas apostando por reducir la huella de carbono, que, en todo lo que tiene que ver con internet, es muchísima. Sin embargo, cuando ha querido desarrollar su proyecto en España, concretamente en Almería, la cosa no ha salido precisamente bien. Tenemos idealizado un modelo de naturaleza muy parecido al de esos grandes bosques de coníferas de los Alpes o de Canadá y nos puede parecer una buena idea exportarlo a otros lugares que no son ni los Alpes ni Canadá. El invento alemán en Almería pretendía crear grandes masas de arbolado en una zona semidesierta y lo hicieron como muchas veces se hacen las cosas en África, sin consultar a la gente de aquí, con esa prepotencia del que tiene más dinero. El caso es que esos bosques no prosperaron y los alemanes se fueron con sus ecoproyectos a otra parte.

Con el cambio climático muchos biólogos alertan de que las grandes masas forestales, lejos de ser una solución, son un problema, porque acumulan mucho combustible y sus incendios se convierten en muy difíciles de apagar lo que, al final, generan más problemas de erosión, el paso previo a la desertificación.

Aquí, el incendio de las Peñuelas se llevó por delante muchas hectáreas de pino. A todos nos partió el corazón ver todo ese manto verde pasto de las llamas. Sin embargo, pasados los años, de la emergencia ha surgido la oportunidad. Los trabajos de repoblación de la zona han obviado la replantación de pinos y se han propuesto volver a lo autóctono, con retamas, acebuches y enebros. A lo mejor menos vistoso, pero mucho más acompasado con el ecosistema que siempre tuvo la zona. La gente cuando visita el Parque de Doñana en los todoterrenos se puede llevar el chasco de pensar que aquello será como un documental de la 2, con linces saltando tras conejos y águilas imperiales revoloteando encima de los vehículos, nada más lejos de la realidad. La belleza de Doñana está en que es hija de su entorno y que así se viene luchando para preservarla. No necesitamos plantar por plantar, sino más bien escuchar, proteger y devolver a la Naturaleza lo que necesita para seguir creciendo.

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