El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Un brillo digno para La Joya de Huelva

La sentencia del TSJA sobre el cabezo se presenta como una oportunidad para que se aborde el futuro de este enclave histórico y natural y el de otros parecidos en la ciudad El Malacate: ¿Y un Museo de Tartessos en Huelva? El Malacate: Ambición para Huelva El Malacate: Nueva embajada británica en Huelva

Cabezo de La Joya.

Cabezo de La Joya. / Alberto Domínguez

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que ha tumbado la modificación del PERI Cabezo de la Joya de 2020 puede marcar un punto de inflexión en el tratamiento urbanístico del suelo en Huelva capital, y muy especialmente en el centro urbano, en los terrenos directamente señalados por su relevancia arqueológica o por su singularidad, como los afectados por los cabezos.

Hay algunas incógnitas por despejar todavía, una semana después de conocerse el fallo. El Ayuntamiento ya ha avanzado que aceptará “lo que dicte la Justicia”, aunque está abierta la opción de un recurso ante el Tribunal Supremo. No queda claro si la anulación de esa modificación urbanística de 2020 hará que se plantee un nuevo proyecto inmobiliario con la base del plan de 2004, y si, en ese caso, también sería recurrido en contencioso-administrativo con argumentos parecidos a los que ha estimado éste. O si este revés judicial puede tener todavía consecuencias económicas mayores para las arcas municipales. El tiempo lo dirá.

Algo más claro parece que el proyecto de viviendas anunciado para el cabezo de La Joya no va a llegar a ejecutarse. La sentencia del TSJA llega a establecer más de una docena de fundamentos en contra de los cambios del planeamiento, como la ausencia de un informe previo de sostenibilidad económica. Pero también pone el foco en la necesidad de una evaluación ambiental para la modificación urbanística. Se basa para ello en “el singular valor natural y paisajístico del Cabezo La Joya, por sí y en conjunto con los demás aún conservados en el municipio de Huelva”, señala el fallo, “al estar incluido en la Zona Arqueológica de Huelva, Área Casco Antiguo, como Bien de Interés Cultural en el Catálogo de Patrimonio Histórico Andaluz”, por ajustarse al supuesto de que “aún preserva buena parte de los testimonios materiales de su historia bajo la rasante actual”.

Pero también se fundamenta en “el valor natural, histórico, geológico, territorial y ambiental del cabezo”, recogido en el informe de protección del patrimonio histórico, por el que “no puede ser indiferente que se proyecten hasta tres plantas bajo rasante o trece de altura más ático y 111,5 viviendas por hectárea”. Y señala cómo el propio Ayuntamiento de Huelva “reconoce el valor ecológico y paisajístico de los cabezos cuando ha promovido la declaración de Laderas del Conquero como monumento natural de Andalucía en 2016”.

El TSJA, de nuevo por la afección arqueológica, habla de la ausencia de justificación del aprovechamiento del subsuelo, que “será la excepción en la zona del casco antiguo para evitar la pérdida de bienes de carácter arqueológico”, citando la Orden del 14 de mayo de 2001, a la que no se ajustan las tres plantas bajo superficie proyectadas en las edificaciones “sin ofrecer un motivo convincente, salvo la necesidad de que las numerosas viviendas que se pretende construir precisan de aparcamientos”.

Son más los puntos en el fundamento de la sentencia, que llevan a este momento actual en el que acaba previsiblemente el recorrido de esa urbanización de 289 viviendas, 72 de ellas en régimen de protección, y que aspiraban a haberse empezado a construir hace más de dos años.

¿Qué pasará ahora con el Cabezo de La Joya? La respuesta parece sencilla: habrá que recuperar lo que queda de él y de los restos arqueológicos que pueda conservar después de décadas en los que han pasado por encima un centro de salud, varias manzanas de viviendas y antiguas casas centenarias en las que historias familiares relatan que eran puertas abiertas directamente a otra dimensión histórica de Huelva.

Pero la recuperación no debería pasar por dejar el cabezo en su estado actual sino por trazar un plan para su definitiva prospección e investigación arqueológica, y por hacer una efectiva rehabilitación ambiental que abra un nuevo espacio público para toda la ciudad.

Hay que ser ambiciosos y aspirar a lo máximo, y no quedarse a medias. Como en tantas otras cosas en Huelva, y como también debería haber sido el caso de Hacienda y el necesario espacio museístico dedicado íntegramente a Tarteso. Porque ésta puede ser una oportunidad excepcional para convertir lo que hasta ahora se veían como solares, prestos a compactarse en la trama urbana con nuevas edificaciones, en grandes islas naturales, parques abiertos con los que dar aire y verdor al casco urbano. Ocurriría igual con otros cabezos y otros terrenos sembrados de vestigios de la antigüedad, que pueden quedar marcados también por la jurisprudencia que siente La Joya. Pero debe primar la ambición en ese caso y no quedarse estancados en una realidad presente que tiene en esos monumentos naturales y paisajísticos un estercolero, focos de insalubridad y suciedad desaprovechados para el disfrute ciudadano, como dejó de serlo el Parque Moret con una fuerte apuesta por reconquistarlo para la vida diaria que sigue vigente.

En la reciente sentencia de La Joya se refieren dos acuerdos del Pleno municipal del 28 de octubre de 2015 y del 27 de enero de 2016. En el primero se reflejaba cómo los cabezos, “junto con las marismas, son una seña de identidad de Huelva de indudable valor paisajístico, configuradores y origen de la trama urbanística de Huelva e importantes para conocer el pasado geológico e histórico de nuestra ciudad”.

Tres meses después se aprobaban seis puntos que incluían, entre otras acciones, la redacción de un Plan Especial de Protección del Sistema de Cabezos de Huelva, y recoger “las transferencias de aprovechamiento urbanístico necesarias para liberar los cabezos de edificaciones previstas en el planeamiento vigente de uso no dotacional y permitir su máxima puesta en valor, respetando los derechos legalmente adquiridos que correspondan a los propietarios de esas parcelas, para que sean transferidos a otras zonas de la ciudad, revirtiendo en lo posible los cabezos al dominio público, solicitando de la Junta las oportunas autorizaciones arqueológicas y poniendo en valor las zonas de interés”.

Pero para ejecutar un acuerdo como éste hace falta determinación y ambición. Y capacidad para asumir un coste alto. Porque no será fácil compensar a los propietarios de terrenos en pleno centro que no tienen ya la seguridad de antes. Y porque si de verdad se quieren recuperar los vestigios arqueológicos y naturales de la ciudad hay que hacerlo bien, dándoles protagonismo y esplendor, no con parches propios de ciudades de tercera, pero siempre conciliando la conservación con el desarrollo urbano de un modo racional.

Es el momento de aprovechar la ventaja de tener una ciudad mediana como Huelva, cómoda y más accesible que nunca con las peatonalizaciones en marcha que la harán más habitable y disfrutable, también con el empuje que pueden dar los fondos europeos en este sentido, incluidas las partidas extraordinarias de los Next Generation para diseñar la ciudad verde del futuro. Es momento de ponerse a trabajar de verdad.

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