El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Nueva embajada británica en Huelva

El chalet del doctor Mackay es una oportunidad de reforzar en la ciudad un patrimonio histórico con mucha proyección exterior y que podría cristalizar en un museo del Recre y el fútbol aún inédito El Malacate anterior: Madrugada infernal en Huelva

Formación del Huelva Recreation Club en 1906, fundado por William Alexander Mackay en 1889.

Formación del Huelva Recreation Club en 1906, fundado por William Alexander Mackay en 1889.

LA venta de la antigua casa del doctor Mackay ha reactivado en Huelva el problema de la escasez de referentes históricos en su patrimonio urbano y la necesidad de conservarlos. La anécdota inicial dice que un inmueble centenario de 520 metros cuadrados, ocho habitaciones y cinco cuartos de baño distribuidos en tres plantas, y en una parcela de 3.648 metros cuadrados, se vende por 1,85 millones de euros, en la zona centro de la capital. Pero detrás hay una historia muy especial, al tratarse de la vivienda de uno de los personajes más relevantes de la presencia británica en la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX, benefactor y artífice, entre varias iniciativas importantes, de la creación del Recreativo de Huelva, más que un club de fútbol, una de las herencias más destacadas que dejaron escoceses e ingleses a esta provincia.

Nadie duda del derecho de los actuales propietarios a poner a la venta el inmueble y tratar de obtener el máximo beneficio. Incluso habría que agradecerles que se hicieran cargo de él hace unos años y lo hayan conservado habitado y en buenas condiciones hasta la actualidad. Pero otra cosa es lo que pueda suceder en adelante.

No pocos han sido los onubenses que han descubierto ahora, con el adelanto de su venta en Huelva Información, que ese histórico edificio seguía en pie. El chalet del doctor Mackay permanece oculto entre una tupida arboleda y una pantalla de edificios 112 años después de su construcción, olvidado tras el avance de la ciudad, reducto al margen entre recuerdos de tiempos de esplendor.

Lo más llamativo, en su caso, es que haya llegado hasta la actualidad sin una figura de protección urbanística que haya salvaguardado su integridad todos estos años. Máxime en una ciudad que se ha caracterizado durante décadas por no valorar su relativamente moderna pero rica arquitectura, derruida demasiadas veces, víctima de la implacable voracidad urbanística que sufre desde hace más de 50 años.

Este factor cobra una especial importancia ahora, ante un posible cambio de propiedad, cuando al amparo de la falta de escudo legal podría llegar a sucumbir ante la tentación de un máximo aprovechamiento de la parcela, que puede dar para mucho.

Desde el Ayuntamiento ya se dijo hace unos días que se plantean iniciar los trámites para dar la protección necesaria a esta emblemática construcción que asegure su conservación. No se han avanzado aún detalles de la forma en que se hará ni la urgencia con que se afrontará el proceso. Y la venta sigue su curso.

Lo que está más claro es que en ese contexto de carencias patrimoniales, el chalet del doctor Mackay es una gran oportunidad para conservar una pieza singular, única, de gran valor histórico en Huelva, como muestra de la importante presencia británica.

La contribución del doctor Mackay

La relevancia social de William Alexander Mackay en aquella época, su extraordinaria contribución a la ciudad en diferentes ámbitos y la concreción de ese papel destacado a finales del XIX con la fundación del Huelva Recreation Club son argumentos sobrados para que se pueda recuperar su antigua vivienda, más allá de su peculiaridad arquitectónica, con rasgos directamente relacionados con la identidad británica. Y en un enclave destacado, junto al chalet del sobrino de Mackay, el doctor Macdonald, y la desaparecida clínica que ambos llevaron a convertir en referente nacional por sus innovaciones médicas.

Esta construcción puede completar, garantizado su futuro, un interesantísimo eje urbano de herencia británica con las cercanas Casa Colón y el Barrio Obrero, el que fue hotel más lujoso de Europa a finales del XIX, parcialmente desaparecido, y las antiguas viviendas de trabajadores de las minas de Riotinto, con la extensión de los muelles de la Rio Tinto Company y Tharsis, y el cementerio inglés.

Todos estos elementos unidos en el mapa fortalecen el vínculo de Huelva con el Reino Unido para poner en pie un relato que necesita de un mayor conocimiento por parte de los propios onubenses y también de los británicos, que desconocen la influencia que ejercieron en este rincón olvidado del sur de España, mientras fortalecían su industria con todo el mineral extraído de las entrañas de esta provincia durante décadas.

Hace un año, durante las Fiestas Colombinas de 2022, estuvo de visita en Huelva el embajador actual de Reino Unido en España, Hugh Elliot. Tuvo oportunidad de conocer la ciudad, y más ligeramente la provincia, descubriendo parte de ese pasado común que, reconocía, convencido, tanto recorrido puede tener en un futuro. Prometió volver el embajador y ahondar en ese vínculo para un reencuentro entre dos tierras que sigue tardando mucho en llegar. Pero tampoco Huelva debe esperar un movimiento externo.

El histórico chalet de Mackay a principios del siglo XX. El histórico chalet de Mackay a principios del siglo XX.

El histórico chalet de Mackay a principios del siglo XX. / Archivo Mackay

Quizá ahora esta mirada al chalet Mackay sea una señal que nos recuerda la necesidad de conservar nuestro escaso patrimonio y apostar por potenciar esa huella británica en la ciudad, fruto de un apasionante capítulo de la historia que aún ofrece grandes posibilidades para Huelva y provincia.

Estos días atrás recordaba el arqueólogo onubense Claudio Lozano cómo Huelva está perdiendo de forma muy peligrosa, casi sin remedio, su protagonismo indiscutible en la historia, y muy especialmente su identidad tartésica, mientras otros territorios se la arrebatan por clarividencia y acción eficaz. Aquí se ha perdido ya mucho en el Cabezo de la Joya, aunque quede como reductos testimonial, pero falta forjar esa ligazón histórica de una forma determinante, con investigaciones más profundas y la materialización de un centro específico que lleve a grabar en el imaginario colectivo el vínculo tartésico de esta ciudad y provincia, donde pudo estar la codiciada capital de uno de los pueblos más fascinantes y desconocidos de la antigüedad.

Unos miles de años después, pero también con gran significado en esta tierra, la presencia británica en Huelva corre el riesgo de seguir menguando ante otros enclaves que están sabiendo sacar más partido a una historia mucho menor. Por eso el antiguo chalet del doctor Mackay debe recuperarse ahora para el disfrute toda la ciudad como embajada británica histórica en Huelva, quizá como ese Museo del Recre y del fútbol que también sigue echándose en falta aquí. Algo muy distinto sería, seguro, en cualquier otra ciudad, 134 años después. Sería, si acaso, un impulso entre tantos estímulos que necesita Huelva para que no olvide su pasado y mire al futuro con el ejemplo del arrojo del doctor Mackay, que tanto hizo por el avance de esta tierra.

Después de reconocérsele sólo con su título de hijo adoptivo y la rotulación de una calle compartida, una gran forma de hacerlo sería conservando y recuperando para siempre la casa desde la que se asomaba a la ciudad, y cuyas vistas tanto añoraba sus últimos días en Escocia. Se lo debemos, entre otras cosas, a quien fundó nuestro Recre, orgullo y seña identitaria de los onubenses gracias a él. ¿De verdad no vamos a corresponder ahora al buen doctor? Todavía estamos a tiempo.

William Alexander Mackay (1860-1927). William Alexander Mackay (1860-1927).

William Alexander Mackay (1860-1927).

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