Tocados y hundidos

Las energías del Gobierno de Sánchez se dirigen fundamentalmente a resolver sus continuas crisis

Cada día, una sorpresa. Si ayer hubo algo que nos asombró, mañana habrá otra cosa que nos llame la atención. Así es como se viene conformando la actualidad desde hace un tiempo, y no es porque mantengamos un renovado espíritu de curiosidad y rebusquemos en los escondrijos y recovecos de la naturaleza o de la vida en general, sino porque nos lo sirven en bandeja y nos lo ponen delante de nuestras narices; eso sí, todo bien planificado para que se mantenga la tensión hasta que estalle lo que sea. Hoy se lanza un poquito, se espera la respuesta del personaje diana y mañana, sin previo aviso, se le arroja otro poco más para que vaya aumentando su incertidumbre y preocupación por lo que está por venir. Todo muy bien orquestado, hay que reconocerlo. Pongamos nombres: Maxim Huerta, Pablo Casado, Carmen Montón, Pedro Sánchez, Dolores Delgado y Pedro Duque. Nadie puede asegurar que pronto no haya otro más en esa lista. De momento, a uno le ha ido bien las cosas, dos han dimitido como ministros y otros dos, en el presente, están en el ojo del huracán.

Es del todo evidente que por una cosa o por otra el Gobierno de Sánchez está siendo torpedeado insistentemente y que tiene sus vías de agua, sin que se le aprecie posibilidad de arreglo de la situación y con el pálpito de que todo ello aboque a la convocatoria de elecciones, por mucho que el presidente se reitere en sus declaraciones que va a permanecer en la Moncloa hasta 2020 y que su agenda política no la va a marcar un corrupto, refiriéndose al expolicía Villarejo. Eso es lo que nos dice, pero está tocado y se le nota en la acritud de sus palabras, en la cara y en su expresión corporal global. La política le está haciendo ingerir vino amargo y ya se ha tenido que tomar más de un trago. Vendió la idea de un gobierno feminista y progresista, pero eso tiene su servidumbre y temas como el plagio, la falta de transparencia, la creación de sociedades interpuestas para eludir impuestos y las manifestaciones homófobas o de trivialización del montaje de una falsa agencia de modelos cuyo fin era la prostitución para obtener, en expresión de Villarejo, información vaginal no casan en absoluto con esa autodenominación. Más allá de todas estas incoherencias y de este debilitamiento progresivo del Gobierno se encuentra un asunto más grave y es el que sus energías se están dirigiendo fundamentalmente a cómo salir de sus continuas crisis en detrimento de la resolución de los graves problemas que nos acucian. Mala cosa.

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