Una de las pocas frases afortunadas que recuerdo del que fuera presidente de la República de Francia de 2007 a 2012, Nicolás Sarkozy, era así de escueta y contundente: "Le silence tue!". Efectivamente el silencio mata, sobre todo cuando se oculta, se niega o se amordaza la verdad. En una época de máximo auge del bulo, las noticias falsas (fake news), engañosas o tendenciosas, hay muchas que son ciertas y fundadas, correctamente contrastadas, que sin embargo pueden ser o bien silenciadas o manipuladas, instrumentalizadas u ocultadas intencionadamente. Y así pasa que noticias que usted lee en cierta prensa, oye en ciertas emisoras de radio o ve en algunos canales de televisión, ni lee ni oye ni ve en otros medios de comunicación o, en su caso, son transmitidas incompletas o manipuladas. Silenciar la evidencia, la realidad, con intenciones espurias, es, se mire como se mire, un hecho abyecto y delictivo.

El ministro de Justicia, por lo menos, y el presidente del Gobierno, por demás, no pueden guardar silencio ante la vejación y el desprecio que el vicepresidente Sr. Iglesias hizo cuestionando la imparcialidad del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que condenó a la portavoz de Podemos en la Asamblea madrileña, Isa Serra, por agresión a la Policía, ya que la sentencia "no condena en ningún caso un acto de protesta, sino los delitos de atentado, lesiones y daños que el tribunal ha considerado acreditados". El líder de Podemos, que no es la primera vez que es reprendido por cuestionar la independencia del Poder Judicial, ha acusado al CGPJ de estar "al servicio de la derecha", lo cual, además de conculcar la separación de poderes, humilla a la Justicia, pese a que Baltasar Garzón y 30 magistrados, además de sus habituales servidores mediáticos, respalden al vicepresidente en un manifiesto. ¿Lo harían si se tratase de un político de la oposición?

Posiciones como ésta llenan de incertidumbre y desconfianza, cuando no erosionan directamente la entidad democrática de nuestro país. La institución de leyes especiales sin control parlamentario, las amenazas e intimidación al poder judicial, el control de la prensa, la selección de preguntas en las ruedas de prensa presidenciales, silenciar la crítica, la vigilancia on line… en suma, extremar las precauciones para no sobrepasar ciertos límites en su lucha contra la desinformación y los bulos, lo que condena la Unión Europea, es una práctica que nos acerca de manera inquietante a la censura, aunque sea bien intencionada, lo cual, como advierten los expertos europeos, puede resultar "contraproducente". Como poco, pensamos nosotros.

Y el presidente rompe el silencio inicial para decir que "Iglesias ha valorado una sentencia como secretario general de Podemos". ¡Prodigios del desdoblamiento político, la doble personalidad! ¿También cuando denuesta la Monarquía, cuestiona la Constitución, negocia con los filoetarras y blanquea el nacionalismo separatista?

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